TURISMO CAMPESTRE
Publicado como “PATATURISMO” en CAMBIO enero 2006
Hubo una vez en que en el Estado de México se hacían carreteras. Tan importantes eran que se levantaban elegantes arcos señalando el acceso al estado. Sobreviven el de Lerma y el de la carretera a Zitácuaro. El que estaba en Las Cruces daba la bienvenida al viajero por un lado y al otro decía: “Aquí la Justicia es Norma y el Trabajo es la Ley”, frases solicitadas al poeta Horacio Zúñiga.
Mucho tiempo antes, en el siglo de la conquista, los caminos reales se fueron haciendo a duras penas sobre las tradicionales rutas prehispánicas. El puente de Río Hondito en la curva de La Escondida es una romántica ruina en medio de una hondonada cuajada de tejotes. Formaba parte del camino real y actualmente su deterioro es casi total y la indiferencia del INAH y de los gobiernos del Estado de México lo dejan desmoronarse con su historia a cuestas, con el peso de los años y de los ejércitos relistas e insurgentes. Miguel Hidalgo cabalgó ese puente: victorioso de ida, silencioso de regreso.
El sitio donde libró la trascendental Batalla de las Cruces está hoy sepultado bajo montañas de granzón para el pavimento que produce una empresa en el derecho de vía federal. El paisaje de este llano de la Marquesa está convertido en un nuevo campo de batalla: el que libra el libremercado (con la anuencia de las autoridades) contra el territorio nacional.
La otra marquesa, la esposa del embajador Calderón de Barca, pasó una fría noche en Toluca en la Casa del Risco, una pensión para viajeros y sus diligencias que fue demolida en los devastadores años 60 para que en su lugar surgiera una juguetería de muy triste diseño en la esquina de 5 de febrero y Aquiles Serdán del centro de Toluca. Además de La Casa del Risco, Las Diligencias y el Hotel Suriano hospedaban a los numerosos hombres de haciendas que compraban, vendían o sólo pasaban de largo rumbo a la ciudad de México. Hoy en Toluca los nuevos hoteles agregan después de su nombre propio, la palabra Inn, equivalente en inglés a hostal, hotel o posada.
También en la capital del estado vivió Vasconcelos... nadie sabe dónde. Ni una placa indica el sitio cercano a la Alameda que él narra en su Ulises Criollo. Fidel Castro y el Che Guevara vivieron también en Toluca, Marx sabrá dónde.
Una simple placa hace la diferencia. Cuando se visita en Texcoco la Catedral y se lee de pasada que en ese sitio se enseñó filosofía por vez primera en América, impartida por Pedro de Gante, el sitio cambia, adquiere fuerza, herencia, sentido y valor histórico.
Cuando un Wall Mart se levanta sobre Teotihuacan sabemos que un extraño enemigo ha profanado con sus plantas el suelo. Su nombre es complejo, se llama ALCA.
A través del ALCA comemos hamburguesas y las bajamos con cocas porque los refrescos mexicanos Pascual son testarudos, quieren sobrevivir a toda costa a pesar del duopolio Coca-Pepsi, habráse visto! Comida mexicana ¿qué es eso?. Al turista gringo lo que mande.
Esta tendencia hibridizante debe ser contrarrestada en el campo turístico con la apertura de posadas donde se venda comida local, cocina regional al amparo de un proyecto impulsor de caminatas por el campo. Esta propuesta de caminar (pasear) en vez de circular, es menos contaminante y más intensa. Se huele el aire, la tierra mojada y las flores silvestres. Se siente el viento, el sol, el campo arado y el ojo de agua, siguiendo la guía de un detallado mapa hecho ad-hoc por la Secretaría de Turismo o por los gobiernos municipales que valoren su territorio. Luego de una buena caminata se antoja sentarse a comer lo que haya, lo que la gente de la zona acostumbra y listo. La derrama de dinero no pasa por intermediarios y se queda en el campo que es tan bello y tan abandonado por los varones que emigran.
Esta propuesta ecoturística dará recursos a las mujeres que quedan solas y les permitirá tener ingresos propios, al menos durante los 6 meses de sequía. Todo es cuestión de acondicionar casonas tradicionales, de adobe, vigas y teja para que sirvan de fonda o de posada, porque la arquitectura vernácula debe revalorizarse antes de que acabe desapareciendo. Paisaje limpio, comida sana y arquitectura tradicional suenan ideales para estas vacaciones de invierno.
Publicado como “PATATURISMO” en CAMBIO enero 2006
Hubo una vez en que en el Estado de México se hacían carreteras. Tan importantes eran que se levantaban elegantes arcos señalando el acceso al estado. Sobreviven el de Lerma y el de la carretera a Zitácuaro. El que estaba en Las Cruces daba la bienvenida al viajero por un lado y al otro decía: “Aquí la Justicia es Norma y el Trabajo es la Ley”, frases solicitadas al poeta Horacio Zúñiga.
Mucho tiempo antes, en el siglo de la conquista, los caminos reales se fueron haciendo a duras penas sobre las tradicionales rutas prehispánicas. El puente de Río Hondito en la curva de La Escondida es una romántica ruina en medio de una hondonada cuajada de tejotes. Formaba parte del camino real y actualmente su deterioro es casi total y la indiferencia del INAH y de los gobiernos del Estado de México lo dejan desmoronarse con su historia a cuestas, con el peso de los años y de los ejércitos relistas e insurgentes. Miguel Hidalgo cabalgó ese puente: victorioso de ida, silencioso de regreso.
El sitio donde libró la trascendental Batalla de las Cruces está hoy sepultado bajo montañas de granzón para el pavimento que produce una empresa en el derecho de vía federal. El paisaje de este llano de la Marquesa está convertido en un nuevo campo de batalla: el que libra el libremercado (con la anuencia de las autoridades) contra el territorio nacional.
La otra marquesa, la esposa del embajador Calderón de Barca, pasó una fría noche en Toluca en la Casa del Risco, una pensión para viajeros y sus diligencias que fue demolida en los devastadores años 60 para que en su lugar surgiera una juguetería de muy triste diseño en la esquina de 5 de febrero y Aquiles Serdán del centro de Toluca. Además de La Casa del Risco, Las Diligencias y el Hotel Suriano hospedaban a los numerosos hombres de haciendas que compraban, vendían o sólo pasaban de largo rumbo a la ciudad de México. Hoy en Toluca los nuevos hoteles agregan después de su nombre propio, la palabra Inn, equivalente en inglés a hostal, hotel o posada.
También en la capital del estado vivió Vasconcelos... nadie sabe dónde. Ni una placa indica el sitio cercano a la Alameda que él narra en su Ulises Criollo. Fidel Castro y el Che Guevara vivieron también en Toluca, Marx sabrá dónde.
Una simple placa hace la diferencia. Cuando se visita en Texcoco la Catedral y se lee de pasada que en ese sitio se enseñó filosofía por vez primera en América, impartida por Pedro de Gante, el sitio cambia, adquiere fuerza, herencia, sentido y valor histórico.
Cuando un Wall Mart se levanta sobre Teotihuacan sabemos que un extraño enemigo ha profanado con sus plantas el suelo. Su nombre es complejo, se llama ALCA.
A través del ALCA comemos hamburguesas y las bajamos con cocas porque los refrescos mexicanos Pascual son testarudos, quieren sobrevivir a toda costa a pesar del duopolio Coca-Pepsi, habráse visto! Comida mexicana ¿qué es eso?. Al turista gringo lo que mande.
Esta tendencia hibridizante debe ser contrarrestada en el campo turístico con la apertura de posadas donde se venda comida local, cocina regional al amparo de un proyecto impulsor de caminatas por el campo. Esta propuesta de caminar (pasear) en vez de circular, es menos contaminante y más intensa. Se huele el aire, la tierra mojada y las flores silvestres. Se siente el viento, el sol, el campo arado y el ojo de agua, siguiendo la guía de un detallado mapa hecho ad-hoc por la Secretaría de Turismo o por los gobiernos municipales que valoren su territorio. Luego de una buena caminata se antoja sentarse a comer lo que haya, lo que la gente de la zona acostumbra y listo. La derrama de dinero no pasa por intermediarios y se queda en el campo que es tan bello y tan abandonado por los varones que emigran.
Esta propuesta ecoturística dará recursos a las mujeres que quedan solas y les permitirá tener ingresos propios, al menos durante los 6 meses de sequía. Todo es cuestión de acondicionar casonas tradicionales, de adobe, vigas y teja para que sirvan de fonda o de posada, porque la arquitectura vernácula debe revalorizarse antes de que acabe desapareciendo. Paisaje limpio, comida sana y arquitectura tradicional suenan ideales para estas vacaciones de invierno.
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