martes, 10 de agosto de 2010

Tierra Mojada


TIERRA MOJADA
Antídoto Contra la Violencia
Publicado en CAMBIO 14/Julio 2006


Para contrarrestar la violencia que fomenta la mala arquitectura y el mal urbanismo que caracteriza a nuestros centros urbanos, propongo unas ideas simples que ayudan a sobrellevar la vida en forma estimulante. Porque la inacción, el ocio pasivo, la falta de empleo y el aburrimiento hogareño (que conduce muchas veces a la violencia), pueden ser contrarrestados con actividades productivas como el cultivo de verduras, el cuidado de un jardín, la reproducción y venta de plantas de ornato, el arreglo de un camellón etc.
Las personas de la tercera edad dejarán de ser una carga para la familia si realizan una actividad productiva como la horticultura que requiere poco esfuerzo físico y provee de grandes satisfacciones al gozarse los frutos del esfuerzo y al compartirse con los demás. La producción de comida fresca debe ser estimulada socialmente mediante concursos locales donde se premie a la calabaza más grande o a la ciruela más sabrosa cultivadas domésticamente.
Estos incentivos pueden organizarse desde los DIFs Municipales, al igual que el premio al balcón más bonito o al jardín más florido, propuesta ideal para los fraccionamientos de Interés Social, donde la monotonía de las calles predispone, si no a la violencia, sí al hartazgo.
Entrenar a las Trabajadoras Sociales en jardinería puede resultarles de utilidad para interesar a las madres jóvenes en tareas amables y reconfortantes como el disfrutar del olor a la tierra mojada. Estas mujeres que no pueden alejarse de sus pequeños, ven pasar en la monotonía absoluta sus días y descargan la frustración sobre sus propios hijos. Las dietas de los niños y las de ellas mismas suelen carecer de vitaminas y la siembra de verduras puede solucionarles el problema sin costo.
Es sabido el valor sedante del verde del pasto y del caminar descalzos sobre el pasto; consecuentemente es urgente rediseñar los jardines públicos quitando jardineras hostiles y dejando crecer los árboles en plenitud sin arbustos maltrechos que sólo sirven para guardar basura y entorpecer la visión transparente y segura que deben tener los parques.
Es posible y necesario también habilitar para uso popular las áreas deportivas de nuestras escuelas públicas, áreas que permanecen vacías durante los fines de semanas y las vacaciones, bardeadas y sin utilidad pública. Convenios con la Secretaría de Educación podrían convertir las canchas escolares en sitios multiusos para la población circundante que carece de espacios libres. Miles de metros cuadrados de instalaciones deportivas se pueden incorporar así al tejido urbano los fines de semana bajando la tensión social.
Abusamos en el uso del concreto y consideramos una monserga a las áreas verdes porque requieren mantenimiento. No comprendemos que precisamente ese mantenimiento es el que conserva la salud mental de los jardineros. Todos podemos ser jardineros aunque se trate de una sola maceta. Es mejor hablar con una planta que no hablar en absoluto.
La agresividad del ruido del tráfico se atempera con follajes urbanos. El eco que se produce en una casa de concreto armado se amortigua con plantas de interior. Donde hay plantas debe de haber una persona que las cuide, y ser indispensable (aunque sea para una planta) es motivo de vida. A diferencia de las mascotas y de los hijos (queridos y no tanto), las plantas no lloran, no hacen caca, no muerden ni molestan a los vecinos.
Reproducir plantas y árboles, reforestar, tejer fibras naturales como los tules que nacían en nuestros añorados lagos, son actividades sanas que hacen buena a la gente. Mirar televisión no nos lleva a ningún lado. Trabajar la tierra nos perpetúa. Es recomendable difundir la idea de sembrar un árbol por cada persona querida que muere, cuidarlo y venerarlo en recuerdo de ella.
La arquitectura puede hacer mucho daño intencional, sabemos que en las cárceles de alta seguridad no crece ni un pasto, y ésa es la visión más cercana del infierno que yo tengo, los presos viven como dentro de un ataúd y eso genera depresión. Hay casas y barrios enteros que parecen ataúdes. La arquitectura de paisaje puede cambiar esa situación. Para que haya áreas verdes no se requiere espacio: las paredes cubiertas de enredaderas son áreas verdes verticales y benefician lo mismo.
Los paisajes grises y deprimentes de los pueblos que han quedado sin querer incorporados a las redes viales, pueden cambiar, y en esa tarea de volver verde el sitio en que nos tocó vivir, bajará la violencia y aumentarán la belleza, la cordialidad y el trabajo nutritivo con la tierra.

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