martes, 10 de agosto de 2010

¿QUÉ HAY DEBAJO DE TEXCOCO?
Publicado en CAMBIO 03/Agosto 2005



Nuevas técnicas satelitales deberán utilizarse para reconstruir la gran metrópolis prehispánica que fue Texcoco. Recordemos que tanto Hernán Cortés como Bernal Díaz del Castillo se refieren a ella con especial aprecio porque ahí vivieron antes del sitio a Tenochtitlan y cada vez que iban o volvían de la costa.
Texcoco parece ser la gran olvidada de la arqueología mexicana. Ni una sola referencia a ella encontramos en el más completo estudio de las urbes prehispánicas de Ignacio Marquina quien pudo, en cambio, reconstruir con admirable precisión el centro de la gran Tenochtitlan muchos años antes de las excavaciones del Templo Mayor. Texcoco tampoco aparece mencionado en el magnífico Códice de los Asentamientos Humanos editado por el gobierno federal en 1980.
Pero si Texcoco no hubiera sido una gran urbe, ¿porqué se construyó en ella un magnífico convento franciscano donde Fray Pedro de Gante se puso a dar clases de filosofía? Si la primera escuela formal del continente americano se encuentra en Texcoco es porque su gente nativa era culta y consecuentemente fácilmente educable. No se puede enseñar latín, artes y oficios o filosofía a quien carece de bases propias.
Texcoco era también políticamente importante. Formaba parte con Tacuba y Tenochtitlan de la triple alianza pero a la llegada de los españoles el señorío se encontraba dividido entre dos nietos del gran Netzahualcoyotl: Cacama e Ixtlilxóchitl .
En Texcoco, curiosamente, muere la madre de Hernán Cortés, Catalina Pizarro. El Capitán había sido desterrado de la Ciudad de México en 1527 y en 1529 decide llevar el caso de su defensa hasta España. A su regreso trae consigo a su madre, quien fallece en Texcoco en 1530 sin llegar a conocer la bella Tenochtitlan, ciudad que ya empezaba a dar muestras de demoliciones intencionales.
Debió ser por esas fechas cuando la gran Texcoco sufre también la demolición de sus monumentos. Tanta piedra bien canteada representaba una mina inagotable para los edificios huecos que hacían los españoles. De una mole sólida como una pirámide deben haber salido varias iglesias y palacios renacentistas y su población debió ser numerosa para recibir por cédula real de Carolos V en1551 el rango de ciudad.
El lago se fue alejando de Texcoco y la columna a la que fueron amarrados los bergantines tiene tiempo de estar en tierra firme evocando un mundo perdido.
La traza urbana actual del casco de Texcoco, que sigue la clásica cuadrícula romana, sin duda coincide, como en Tenochtitlan, con la orientación de las calzadas prehispánicas.
¿Dónde buscar vestigios?, pues en el primer cuadro sin duda. Sin dañar las estructuras en pie, se puede “echar un vistazo” a los cimientos antiguos con técnicas contemporáneas. Escaneos y resonancias satelitales pueden arrojar alguna luz sobre las dimensiones de las pirámides. Sin embargo nada podrá saberse de las construcciones domésticas que por dispersas y sencillas no saldrán en la foto. La dispersión de la gente en Mesoamérica era consustancial a su estructura económica. Se vivía de la milpa. Por eso los españoles hicieron las conocidas reducciones de indios; es decir agrupamientos urbanos.
Pero Texcoco era un centro ceremonial, era la parte arquitectónicamente visible de una estructura política y de la cual nada sabemos. Cuando el trabajo de reconstrucción virtual de Teotihuacan quede terminado, sería deseable que la UNAM volteara los ojos a Texcoco, ciudad que por añadidura fue capital del Estado de México durante la intervención francesa y que merece correr mejor suerte que la que tiene, donde se desconoce su valor prehispánico y no se valora su arquitectura y traza coloniales, dignas de mejor conservación y de reconocimiento nacional.

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