MALAS COSTUMBRES
Publicado como “Costumbres de Gañán” en CAMBIO 05/Octubre 2005
Masco chicle, pego duro, bailo tango, escupo lejos, tengo viejas de a montón, tururúuu. ¿Lo recuerdan? Podemos añadirle: grafiteo, tiro cascajo, orino paredes, tururúuuu. Y aún más: cuelgo tenis de los cables, lanzo papeles desde el auto, como mugres en la calle, tururúuu. Mando el drenaje al río, trozo árboles y me cuelgo de la luz.
Todas estas malas costumbres tienen un dejo de perverso orgullo. Ser gañán es prestigioso en un medio embrutecido por las malas costumbres y la impunidad. Lástima no poder echarle la culpa a aquellos españoles sucios que llegaron en el siglo XVI, porque ahorita España tiene sus ciudades impecables, sus ríos limpios y sus modales urbanizados.
En 200 años de vida independiente en el Estado de México no hemos adquirido buenas costumbres, por el contrario nos agredimos con pintas en las paredes, con anuncios agresivos, con basura a lo largo de las carreteras, con ríos muertos, donde flota pestilente, la picardía mexicana.
Carnitas de Calpulhuac bautizan el río Lerma en sus nacientes. Trapos, plásticos y pañales se deslizan por las cañadas que bajan del volcán. No son las autoridades quienes hacen basura, somos todos los habitantes, ricos y pobres de este estado los que ensuciamos la ciudad y los campos. La haraganería, conocida como la ley del menor esfuerzo, es la madre de la mugre. Poner las cosas en su lugar lleva tiempo, separar la basura cuesta esfuerzo, abstenerse de escupir en la calle...no cuesta nada, pero parece ser cosa de machos. Tururúuu.
Tener la ropa limpia a costa de un río sucio no es negocio. Los pozos de absorción son baratos y fáciles de hacer con piedras, gravas y arenas que filtran el agua. Pavonearse con cuellos impecables por una ciudad sucia es como una obra del absurdo donde el escenario no coincide con los personajes. Lustrarse los zapatos para saltar los charcos malolientes de la Felipe Berriozábal frente a la Terminal de Toluca es un mal chiste.
¡Aguas! gritamos como cuando durante la colonia se lanzaba el contenido nocturno de las bacinicas a la calle a través de las rejas de las ventanas. Se lanzaban entonces las “aguas” a las calles sin drenajes, pero ahora mandamos los drenajes a los ríos y ¡aguas! con caerse a un río. San Juan Bautista no aceptaría bautizar por estos rumbos, tendría que cambiar de oficio. Quiero decir con esto que no estamos en la Tierra Prometida sino en la Tierra Ensombrecida.
Debemos observar el estado en que quedan las calles cuando se levantan los tianguis para entender que no todas las tradiciones son buenas. Comer sin lavarse las manos, colocar fritangas con tanques de gas en la vía pública, calar las frutas tirando las cáscaras al suelo, sostener los lazos clavados en puertas o en troncos de árboles y obstruir la vía pública son muy malas costumbres.
Observé en Valladolid una plaza muy interesante. Totalmente pavimentada tenía una fuente en un extremo y una pérgola a todo lo largo de su extensión. Abajo algunas bancas. Un día a la semana se instala bajo su sombra un mercado de frutas y verduras. No se obstruye el tránsito ni se improvisan toldos. El orden puede convivir con la tradición, todo es cuestión de un buen diseño, una buen entendimiento entre las partes y un amor a la ciudad. Nuestros tianguistas son itinerantes, no tienen arraigo, usan y ensucian cada sitio donde van, como las ferias que acaban con las instalaciones eléctricas y con el silencio de las colonias. Se abusa, se tolera y se lucra con las renta de la vía pública.
Faltan plazas públicas. No se ha inaugurado una sola desde la macroplaza de Chalco en 1989. Desconozco su estado actual, pero fue concebida para que el Papa diera misa, no para otra cosa. Desde el aire se ve como un terreno baldío. Todo Chaco se ve como el resumen de este artículo. Ha sido gracias a las malas costumbres de los usureros de la especulación urbana que Chalco se trazó en el lecho del lago de Chalco. Es la prueba viva y doliente de las malas mañas, es el tururúuuu del urbanismo, sin calles arboladas, sin plazas públicas, sin jardines, ni alamedas. Todo librado a su suerte en el lecho de un lago, sobre tierra federal, sobre patrimonio de la Comisión Nacional del Agua y trocado en escrituras insolentes e ilegales.
Los puentes romanos sobre el río Guadiana en la ciudad española de Mérida o sobre el Tormes en Salamanca, nos dicen que 2000 años no son nada cuando las cosas se hacen bien, tanto los puentes romanos nos conmueven con su belleza y buena factura como los ríos mantenidos impecables son un gozo de sus ciudadanos.
En casa, en cambio, el olor del río Lerma es parte del paisaje sucio en el que vivimos. El magnífico puente carmelita de tres arcos construido en 1613 es mudo testigo de la pestilencia mexiquense. Viva el partido Verde Ecologista de México que ganó las pasadas elecciones, Viva!!!! Tururúuuu!!!!!!!
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