LAS FLORES SILVESTRES
Publicado en CAMBIO 17/Octubre 2006
Somos flores de asfalto, pero seguimos siendo capaces de apreciar las flores silvestres. En 2004, el paisaje natural en torno a Ciudad del Cabo en Sudáfrica fue declarado “Patrimonio Natural de la Humanidad” gracias a su variedad de flores silvestres. La UNESCO valoró la región florística de El Cabo como uno de los puntos “calientes” del planeta en biodiversidad endémica, es decir, nativa. Vemos en el libro “Sitios Declarados en 2004” del Patrimonio de la Humanidad (editorial Barsa-Planeta) que los paisajes sudafricanos gozan de flores silvestres parecidas a las que tenemos en México.
Este pródigo altiplano donde nos tocó vivir está en esta época vestido de fiesta. Desde septiembre hasta noviembre los campos del centro del país se tiñen de colores alegres sobre el fondo verde de los prados.Y es que este don gratuito que nos regala la naturaleza no cabe en nuestros ojos: el color magenta de los cosmos o mirasoles pinta de rosa grandes parcelas ociosas. Alternan con los cosmos los acahuales blancos y los amarillos. Acahual es una palabra Náhuatl que quiere decir “lo que nos dejaron las aguas”. Poesía pura, color y alegría.
Si caminamos a campo traviesa veremos que hay más: unas pequeñas flores azules se enredan con las anteriores en besanas y al borde de las carreteras y las chicalotas no se cansan de florear todo el año. Las chicalotas son unas flores blancas parientes de las amapolas, una opiácea nativa. No es nada recomendable que se fumen sus pétalos blancos, so pena de quedar psíquicamente dañado.
Don Alfonso Rojas es un gran conocedor de estas maravillas nativas. Hombre de a caballo, se apea cada vez que algo llama su atención y luego escribe sobre ello. Se agotó en la Facultad de Arquitectura un pequeño ejemplar de “Flora Silvestre del Valle de Toluca” que le editamos en 1995. Dije entonces en el prólogo:
“No siempre se aquilata lo que se tiene a la mano y en abundancia, por eso es necesario reflexionar sobre la riqueza de la flora silvestre para poder preservarla. El desarrollo urbano, las nuevas carreteras, la quema de pastizales, la basura y la polución son los mayores enemigos de estas variedades. El hecho que se prodiguen en forma gratuita, mengua su valor a los ojos de los que sólo valoran lo que cuesta dinero y su vulnerabilidad se acrecienta cuando gente así, toma decisiones de paisaje” (1).
Trepadoras como la I. Purpúrea que es una convolvulaceae y que yo llamo campanilla, es una larga guía de hojas verdes con abundantes flores violáceas en forma campanular. Crecen y trepan rápidamente durante el último tiempo de lluvias y luego se hielan con el invierno, dejando unas pesadas cortinas crocantes de follaje quemado. Todas las flores silvestres son efímeras, no son para florero, son demasiado finas para soportar el encierro de una casa. Ellas saben que es uno quien debe salir a admirarlas, se resisten a ser domesticadas y en eso reside su encanto, en que son fáciles y difíciles al mismo tiempo.
Pero volviendo al libro de la UNESCO aludido antes, fue una grata sorpresa encontrar la Casa-Estudio Luis Barragán de Tacubaya declarada Patrimonio de la Humanidad. No hay foto que le haga justicia a esta obra clásica del minimalismo mexicano. El color magenta de los cosmos lo pone el arquitecto Luis Barragán en uno de los muros de la terraza y el amarillo intenso de los acahuales lo coloca en el techo de vigas de su estudio. Esta obra patrimonial fue rescatada de la dinámica inmobiliaria gracias a la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México y a la valoración del inmueble que tuvieron los más cercanos amigos de Luis Barragán. No habiendo tenido hijos, Luis Barragán heredó su dinero en efectivo a sus amigos y amigas cercanas. La casa, curiosamente, pasó a ser propiedad de varios sobrinos. Ante el riesgo de una venta inminente, estos grandes cuates del magnífico maestro, juntaron el dinero que les había dejado Don Luis y con una pequeña ayuda del Gobierno del Estado de Jalisco (su tierra natal), adquirieron la casa-estudio, conservada intacta con sus muebles, diseñados en madera de ahuehuete, con sus grandes discos de 33 revoluciones, sus libros de arte y sus añosos pirules en el patio y que desde 2004 es Patrimonio de la Humanidad.
Como corolario y llevados de la mano por esta historia hasta Jalisco, vale la pena apuntar que este año el paisaje agrícola tequilero de Jalisco fue a su vez declarado patrimonial por la UNESCO. Los agaves alineados sobre el lomerío jalisiense son un espectáculo único en el mundo porque los magueyes son americanos y los azules son endémicos en Jalisco. Así que en honor a todas estas buenas noticias: ¡Salud!
(1) Alfonso Rojas W. “Flora Silvestre del Valle de Toluca” 1995. UAEM
Publicado en CAMBIO 17/Octubre 2006
Somos flores de asfalto, pero seguimos siendo capaces de apreciar las flores silvestres. En 2004, el paisaje natural en torno a Ciudad del Cabo en Sudáfrica fue declarado “Patrimonio Natural de la Humanidad” gracias a su variedad de flores silvestres. La UNESCO valoró la región florística de El Cabo como uno de los puntos “calientes” del planeta en biodiversidad endémica, es decir, nativa. Vemos en el libro “Sitios Declarados en 2004” del Patrimonio de la Humanidad (editorial Barsa-Planeta) que los paisajes sudafricanos gozan de flores silvestres parecidas a las que tenemos en México.
Este pródigo altiplano donde nos tocó vivir está en esta época vestido de fiesta. Desde septiembre hasta noviembre los campos del centro del país se tiñen de colores alegres sobre el fondo verde de los prados.Y es que este don gratuito que nos regala la naturaleza no cabe en nuestros ojos: el color magenta de los cosmos o mirasoles pinta de rosa grandes parcelas ociosas. Alternan con los cosmos los acahuales blancos y los amarillos. Acahual es una palabra Náhuatl que quiere decir “lo que nos dejaron las aguas”. Poesía pura, color y alegría.
Si caminamos a campo traviesa veremos que hay más: unas pequeñas flores azules se enredan con las anteriores en besanas y al borde de las carreteras y las chicalotas no se cansan de florear todo el año. Las chicalotas son unas flores blancas parientes de las amapolas, una opiácea nativa. No es nada recomendable que se fumen sus pétalos blancos, so pena de quedar psíquicamente dañado.
Don Alfonso Rojas es un gran conocedor de estas maravillas nativas. Hombre de a caballo, se apea cada vez que algo llama su atención y luego escribe sobre ello. Se agotó en la Facultad de Arquitectura un pequeño ejemplar de “Flora Silvestre del Valle de Toluca” que le editamos en 1995. Dije entonces en el prólogo:
“No siempre se aquilata lo que se tiene a la mano y en abundancia, por eso es necesario reflexionar sobre la riqueza de la flora silvestre para poder preservarla. El desarrollo urbano, las nuevas carreteras, la quema de pastizales, la basura y la polución son los mayores enemigos de estas variedades. El hecho que se prodiguen en forma gratuita, mengua su valor a los ojos de los que sólo valoran lo que cuesta dinero y su vulnerabilidad se acrecienta cuando gente así, toma decisiones de paisaje” (1).
Trepadoras como la I. Purpúrea que es una convolvulaceae y que yo llamo campanilla, es una larga guía de hojas verdes con abundantes flores violáceas en forma campanular. Crecen y trepan rápidamente durante el último tiempo de lluvias y luego se hielan con el invierno, dejando unas pesadas cortinas crocantes de follaje quemado. Todas las flores silvestres son efímeras, no son para florero, son demasiado finas para soportar el encierro de una casa. Ellas saben que es uno quien debe salir a admirarlas, se resisten a ser domesticadas y en eso reside su encanto, en que son fáciles y difíciles al mismo tiempo.
Pero volviendo al libro de la UNESCO aludido antes, fue una grata sorpresa encontrar la Casa-Estudio Luis Barragán de Tacubaya declarada Patrimonio de la Humanidad. No hay foto que le haga justicia a esta obra clásica del minimalismo mexicano. El color magenta de los cosmos lo pone el arquitecto Luis Barragán en uno de los muros de la terraza y el amarillo intenso de los acahuales lo coloca en el techo de vigas de su estudio. Esta obra patrimonial fue rescatada de la dinámica inmobiliaria gracias a la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México y a la valoración del inmueble que tuvieron los más cercanos amigos de Luis Barragán. No habiendo tenido hijos, Luis Barragán heredó su dinero en efectivo a sus amigos y amigas cercanas. La casa, curiosamente, pasó a ser propiedad de varios sobrinos. Ante el riesgo de una venta inminente, estos grandes cuates del magnífico maestro, juntaron el dinero que les había dejado Don Luis y con una pequeña ayuda del Gobierno del Estado de Jalisco (su tierra natal), adquirieron la casa-estudio, conservada intacta con sus muebles, diseñados en madera de ahuehuete, con sus grandes discos de 33 revoluciones, sus libros de arte y sus añosos pirules en el patio y que desde 2004 es Patrimonio de la Humanidad.
Como corolario y llevados de la mano por esta historia hasta Jalisco, vale la pena apuntar que este año el paisaje agrícola tequilero de Jalisco fue a su vez declarado patrimonial por la UNESCO. Los agaves alineados sobre el lomerío jalisiense son un espectáculo único en el mundo porque los magueyes son americanos y los azules son endémicos en Jalisco. Así que en honor a todas estas buenas noticias: ¡Salud!
(1) Alfonso Rojas W. “Flora Silvestre del Valle de Toluca” 1995. UAEM
Son hermosas esas flores, para mi de las imágenes mas elocuentes y hermosas que no puedo evitar al observarla rueden lagrimas de manera involuntaria, me recuerda una niñez hermosa corriendo por un campo lleno de esas bellas flores donde corría y cortaba haciendo ramos para llevar a casa, hoy lamentablemente no queda nada de ello solo son edificios y más edificios gracias por tan hermosa imagen y comentarios. Gracias. Saludos
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