lunes, 16 de agosto de 2010

Techos verdes


JARDINES SOBRE EL CONCRETO

Susana Bianconi y Andrés Galindo
Publicado en CAMBIO de junio 2009
La proliferación de azoteas y muros verdes se ha puesto de moda como parte de las medidas ambientales adoptadas por los países desarrollados. Los motivos para transformar las azoteas en jardines o áreas verdes son básicamente dos: reponer el terreno natural ocupado por el edificio en su azotea y ganar espacios verdes aprovechando los beneficios que esto conlleva.
En países como Suiza o Alemania las azoteas verdes son exigencias gubernamentales a los edificios que no dejan un área mínima de verde en el desplante. Ahí se ponen sustratos naturales de la región en las azoteas y se deja que las plantas locales los colonicen. La motivación es la pérdida del paisaje natural que implica el edificio.
En otros países como Japón o Estados Unidos el objetivo es reducir los costos de aire acondicionado o calefacción de los edificios así como disminuir la temperatura en las ciudades. Esto gracias al efecto aislante de las azoteas y a la disminución de radiación solar sobre muros y techos.
Los techos y muros verdes reducen los efectos climáticos de la urbanización ya que:
· Absorben el ruido.
· Atrapan el hollín y el polvo.
· Reciclan el bióxido de carbono.
· Absorben el calor generado por la ciudad
· Aíslan térmicamente a los edificios
· Absorben, retienen e infiltran el agua de lluvia evitando inundaciones.
En algunos lugares de nuestra ciudad de Toluca hemos abusado construyendo y asfaltando la totalidad del suelo, por eso en época de lluvia padecemos de inundaciones, ya que el agua corre libremente por azoteas, muros y calles hasta saturar el drenaje y convertir las avenidas en ríos. Las paredes y techos verdes aminorarían este fenómeno, e imaginemos cómo mejoraría la calidad ambiental si a los muros de concreto de los puentes vehiculares les plantáramos enredaderas que los cubrieran totalmente. Se ganarían muchos metros cuadrados verdes en vertical sacrificando muy pocos metros cuadrados de banqueta; ésto reduciría el ruido de los motores y cláxones que rebotan en el muro, atraparían el humo negro de los autobuses y se mojarían con la lluvia, reteniéndola.
En las zonas de la ciudad que no tienen áreas verdes, colonias como Seminario, Nueva Oxtotitlán u Ocho Cedros, las azoteas y los muros verdes podrían suplir esta carencia.
Es deseable que sea el gobierno quien empiece con este tipo de lugares en sus edificios o en sus espacios públicos, como la plaza Ángel María Garibay del centro de Toluca (que es precisamente el techo de un estacionamiento subterráneo) y podría convertirse en un “techo verde”, es decir, un prado que substituya la árida plancha de concreto existente.

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