jueves, 29 de junio de 2017

CIUDAD BONITA, CIUDAD SEGURA

Susana Bianconi                               Publicado en la revista CAMBIO del estado de México #145, año 12, pag.36

¿Por qué vacacionamos en ciudades de calles estrechas?
Porque en ellas es fácil cruzar la calle, y es agradable caminar.  Siendo esas calles de un solo sentido, las esquinas no son conflictivas, no requieren semáforos y el tránsito es lento y se detiene ante los peatones.
Vacacionamos en centros históricos porque en ellos nos sentimos bien, disfrutamos de museos y plazas pequeñas; tenemos todos los servicios y gozamos la belleza de una arquitectura alineada, sin autos atravesados en las banquetas.  Nos sentimos seguros hasta altas horas de la noche porque hay gente que vive en los altos y riega geranios en los balcones.
Una ciudad de escala humana es diversa y compacta como la comunicación contemporánea. En un solo equipo disponemos de teléfono, radio, cámara, escáner, correo electrónico, juegos, noticias, archivos y contacto con amigos. Así como en nuestra mano cabe todo eso, en una sola hectárea propia de la manzana tradicional tenemos de todo:  400 metros de perímetro interesante, gente que entra y sale de edificios diversos;  además esa manzana cuenta con cuatro esquinas muy atractivas y banquetas arboladas con  gente en la calle durante todo el día. Es una unidad interactiva como nuestro celular. Está viva y nos hace sentir vivos, personas de carne y hueso.
No puede decirse lo mismo de las hectáreas que ocupan los estacionamientos de los supermercados, por ejemplo, donde no hay interacciones sociales de ninguna índole. Aridez, islas de calor e inseguridad es lo que experimentamos al caminar alrededor de estos cementerios urbanos destinados al imperio de los automóviles. Ni un geranio por supuesto.
Las macro manzanas requieren del uso del automóvil; las micro manzanas son caminables. ¿Por qué no nos apetece salir de trabajar ya noche de los hospitales periféricos a la ciudad? Porque no nos sentimos seguros caminando junta a una vía rápida, sin gente en las banquetas. Curiosamente llegamos a la conclusión de que las ciudades bonitas, ésas donde uno se detiene a tomar una foto, son ciudades seguras. Belleza y seguridad son una misma cosa a nivel urbano.

El año pasado elaboré esta imagen para volver menos peligrosa y menos fea esta vialidad de Metepec que conduce a Zacango. En ella se aprecia una mínima intervención en beneficio del peatón consistente en recuperar la banqueta perdida a manos de los autos (del lado derecho) y en la construcción de un pequeño camellón para separar los carriles de ida y los de vuelta. Los árboles se colocan para atajar impactos y para dar sombra al caminante.
Evidentemente la foto de abajo se ve más bonita que la de arriba porque es más segura, porque en ella sí nos sería grato caminar, esperar el transporte público o apearnos de la bicicleta. Es tan simple y barata esta intervención que quizás no enamore a la costosa Secretaría de Comunicaciones, pero la Junta de Caminos del Estado de México debe arremangarse y echar a andar soluciones como ésta a lo largo y ancho del Estado de México.
Ni un atropellado más. Ni un encharcamiento más. Ni un desierto de pavimento más en este Estado de México de mega puentes de concreto armado, donde las flores no están en los balcones sino en las cruces que señalan el fin de la vida de los transeúntes.