domingo, 15 de agosto de 2010

Carretera Toluca-Tenango

A CONTRACORRIENTE
Sobre Carreteras y Drenajes Profundos
Publicado en CAMBIO de Agosto 2007



Para Santiago Pérez Alvarado,
ambientalista preso en
Temascaltepec.

La obligada lentitud con que se mueve el tráfico en la carretera Toluca-Tenango me ha llevado a ver el progreso de la obra de ampliación con detenimiento. Se está ensanchando la cinta asfáltica para que sean tres los carriles en cada sentido. El camellón ha sufrido la merma de hermosos sauces que no fueron transplantados sino desparecidos para siempre del paisaje. Curiosamente ese mismo camellón se encuentra ahora circundado por unas impresionantes, costosas e innecesarias guarniciones en esta vialidad que será de alta velocidad. Y non las únicas: en paralelo corren otras guarniciones del lado exterior. Total: la cinta asfáltica está metida en cintura y en lugar de acotamientos hay guarniciones urbanas como en las calles céntricas, sólo que en este caso se carece de las bocas de tormenta que existen en las ciudades y que desalojan las aguas pluviales. ¿Qué ocurrirá en la Toluca-Tenango en época de lluvias? Veamos, la pendiente de la cinta asfáltica no va a dar al camellón arbolado sino que va a dar hacia afuera, como en Las Torres, donde se inundan los carriles de baja velocidad y los peatones son bañados con agua sucia cada vez que la vialidad se convierte en un canal.
Es sabido que el agua deteriora la calidad del pavimento, por lo que uno se pregunta para qué se hacen guarniciones que contienen el agua en una vialidad que podría haber tenido suaves acotamientos como los que alguna vez tuvo el Paseo Tollocan, eran rojos y seguros y servían para evacuar el agua a los prados donde se absorbía gracias a las raíces de los sauces. Su funcionamiento perfecto durante treinta años hablan de la sabiduría con que fue trazado por el Dr. en Ing. Melchor Rodríguez Caballero. Una obra ejemplar que, inexplicablemente, no ha sido copiada.
En la Toluca-Tenango lo ideal hubiera sido mandar el agua al camellón central y hacer en él buenos pozos de absorción. Hubiera sido una solución barata y sensata. Sin guarniciones, el agua se deslizaría hacia el área verde y se iría consumiendo lentamente al encontrar capas de tepojal por donde infiltrarse. De suyo, cada carretera constituye una barrera para el flujo natural del agua, dado que se circula sobre una base alzada, bien compactada e impermeable y por eso es imperativo darle cause a las aguas a ambos lados de una carretera, pero no haciendo drenajes que van a saturar los escasos ríos que nos quedan y que se desbordan debido a que reciben aguas de territorios pavimentados que han dejado de absorber la lluvia.
La Ciudad de México llevó a cabo una consulta sobre la construcción de 500 pozos de absorción. Bien por ella que promueve el debate sobre temas ambientales como el manejo del agua. Como todos sabemos su caso es diferente al nuestro. El valle de México es una cuenca cerrada, destinada a ser siempre un lago si no fuera por las inmensas obras de desalojo que se han hecho desde la Colonia y que hoy se conocen como el drenaje profundo. El valle de Toluca, en cambio, desaloja sus aguas hacia el norte a través del río Lerma. Pero conforme crece la mancha urbana y menos agua es absorbida por el suelo, se siguen haciendo drenajes para llegar hasta el malhadado río. Algunos funcionarios públicos están saboreando la idea de hacer un drenaje profundo para Toluca, es decir, están copiando un modelo antiguo y de probada peligrosidad para el subsuelo ya que al no reabsorber agua de lluvia, el suelo se comprime y hunde, destruyendo arquitectura e infraestructura. Los pozos de absorción son lo que debiéramos estarle copiando a la Ciudad de México, es decir, las ecotécnicas contemporáneas, no las soluciones rápidas y costosas que a la larga son desastrosas.
El agua de lluvia no debe mezclarse con los drenajes, es básicamente agua limpia. Debe juntarse, decantarse, filtrarse y usarse. Cosechemos agua, que a todos nos llueve en la milpita.

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