sábado, 14 de agosto de 2010

Tala Clandestina


EL ASESINO ANDA SUELTO
Publicado en CAMBIO 15/Agosto 2006



El 29 de junio en las afueras del poblado de Xalatlaco, Estado de México, a plena luz del día Refugio Chacón fue asesinado por la espalda de un escopetazo. Tenía 32 años y era Inspector Forestal de Probosque, la dependencia estatal que depende de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario. No iba solo sino con otros 18 compañeros y su jefe inmediato (el único que portaba un arma), iban en un convoy de 5 camionetas a revisar la zona boscosa de Xalatlaco sin protección de policía alguna, ya que todas las corporaciones estaban acuarteladas por las inminentes elecciones presidenciales.

Iban por la carretera que llega hasta el Ajusco cuando vieron un camión cargado de madera seguido de una camioneta con madera aserrada. Dieron vuelta en U y persiguieron a ambos vehículos, los que se internaron por una brecha, logrando detener a la pick up, conducida por dos jóvenes que fueron asegurados. Aquí el grupo de Inspectores Forestales se partió en dos, unos se quedaron junto a este vehículo y los demás persiguieron por la brecha al camión cargado de madera recién talada. Este camino conducía directamente al pueblo de Xalatlaco al que nunca llegaron porque fueron rodeados por vehículos que, alertados por los ocupantes del camión, llegaron al sitio desde todos lados cortándoles el paso y la salida. Los taladores bajaron de sus camionetas con hachas y sierras y comenzaron a bajar a golpes al personal de Probosque que iba en las cabinas de las suyas, golpeándolos y amenazándolos. Una Inspectora Forestal estuvo largos días con incapacidad debido a la bruta reacción de la gente del pueblo - gente que se dedica desde siempre a talar el bosque porque al no ser sujetos de crédito no encuentran otro negocio tan rentable como la tala clandestina- y quienes al grito de “A los de negro, a los de negro”golpeaban enfurecidos a los forestales.

Tratando de huir del cerco, el chofer de Probosque que había quedado encerrado entre las barricadas de vehículos, maniobró en retirada a un lado del camión cargado de madera. Al pasar rasando se entreabrió la puerta del camión y desde dentro salió un escopetazo que hirió de muerte a Refugio. Iba sentado de espaldas en la caja entre sus compañeros, los mismos que sólo atinaron a sostenerlo durante la huída de 35 minutos hasta llegar a una clínica en Santiago Tianguistenco. Dos Inspectores Forestales que habían quedado esperando al borde de la carretera, fueron perseguidos a hachazos y rescatados por un taxista. El linchamiento no alcanzó a producirse a pesar de que lo vieron cerca. Las huellas en los vehículos oficiales lo atestiguan. Con una motosierra funcionando los taladores de Xalatlaco quebraron los vidrios de las camionetas con los Inspectores adentro.

El pánico y el dolor por el compañero asesinado tiene a los técnicos de Probosque angustiados. Se sienten solos y abandonados. Se sienten abusados porque no debieron haber sido expuestos sin apoyo de Seguridad Pública a iniciar una persecución desarmada. Ellos son guardias forestales, guardabosques, no son policías ni militares, no están entrenados para enfrentar una turba armada con fusiles y equipo de derribo. Ni creen que ésa deba ser su tarea, nunca la ha sido. Ellos conocen los bosques de todo el Estado porque continuamente son rotados de un paraje a otro, de una demarcación a otra.

Sin embargo desde que Enrique Peña Nieto asumió el cargo de gobernador del Estado de México, las autoridades de Probosque y Sedagro han cambiado. Se han ido los ingenieros agrónomos y han llegado los abogados y los comandantes quienes quieren hacer ver a los Inspectores Forestales como cómplices de los taladores. Quieren quitarles los celulares (única salvación en caso de peligro) y no les avisan a dónde los llevan para que no den “pitazos”; les han quitado los viáticos y reducido el dinero para gasolina, sin la cual una huída como la del jueves 29 acabaría en desgracia.


Pero el cambio reciente que con mayor claridad pone en riesgo las vidas de los Inspectores Forestales es el cambio de uniforme. Les han hecho comprar uno nuevo consistente en pantalones camuflage, camisa y gorra negras, lo que los vuelve muy parecidos a las corporaciones policíacas. Anteriormente usaban una camisa beige con un logotipo redondo con un árbol al centro. Ahora este logotipo ha sido rodeado de rayos dorados, lo que le confiere el aspecto policial.

El segundo gran cambio que han sufrido los Inspectores Forestales recientemente es táctico: se pretende que atrapen en flagrancia a los taladores en lugar de hacer presencia disuasoria. Quieren convertirlos en un cuerpo de reacción en lugar de ser lo que son: gente de campo, forestales, que conocen de bosques y que reportan los daños que se detectan. Existen ocho zonas “calientes” como Xalatlaco en el Estado de México. ¿Cómo pretender que hombres y mujeres desarmados se enfrenten a motosierras, hachas y escopetas de alto calibre en plena faena clandestina?

El tercer cambio reciente es haber puesto a la Protectora de Bosques debajo de Desarrollo Agropecuario, es decir, han puesto a la Iglesia en manos de Lutero, porque en todo México el desarrollo agropecuario se ha dado siempre a expensas de las masas forestales, ganándole hectáreas a los bosques para siembra o pastoreo.

Los únicas dos personas detenidas y remitidas al Ministerio Público durante ese nefasto operativo fueron puestos en libertad mediante el pago de una fianza, porque así está la legislación con respecto al daño ambiental. Pero, ¿y el crimen organizado que le privó de la vida a Refugio quién lo sanciona? Talar bosques mediante una red de gente armada es bastante más que un delito ambiental, es crimen organizado.
Por eso hay zozobra en Probosque, y, en Xalatlaco, el asesino anda suelto.

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