lunes, 5 de agosto de 2013

FORMA Y FIGURA


FORMA Y FIGURA… hasta la sepultura
Publicado en la revista Cambio, Edo. de Mex, julio 2013, pag 32


¿Cuál es la forma de los edificios modernos?

Hay dos claras tendencias en nuestros días: la geométrica y la informe.

La primera es la que se construye con ejes de simetría y claridad en la bajada de cargas, como por ejemplo las torres de Londres y de Barcelona, que rotan sobre su eje central como cúpulas puntiagudas.   También los edificios ortogonales que suben rectos hacia el cielo como los sobrios muros de Luis Barragán.

  La segunda tendencia carece de forma geométrica, no se repite así misma ni como un nautilos cada 1.61 veces ni se mira en un espejo de simetría. No se parece a ninguna forma biológica o mineral. Sólo se parece a sí misma, es única e informe como el Guggenheim de Bilbao o el Soumaya de la Ciudad de México. A este grupo podemos añadir  las Torres Bicentenario ubicadas en la antigua Puerta Tollotzin de Toluca, haciendo la aclaración  de que esas estructuras no constituyen un edificio sino un monumento hueco.

Y la división entre una y otra expresión formal arquitectónica viene de la mano de la capacidad de calcular las estructuras en computadoras. Imposible hubiera sido concebir edificios caprichosos antes de los programas de cómputo que resuelven ecuaciones para cada componente, único en sí mismo y sometido a solicitaciones también únicas.

La lógica estructural que acompaña a las construcciones con al menos un eje de simetría, se vuelve inexistente cuando se analiza un edificio del segundo tipo. Éstos últimos son  fruto de una sociedad que crea dentro de la ambigüedad de nuestro tiempo, de indefiniciones,  inseguridades y necesidad de llamar la atención de los alcaldes o emires millonarios capaces de financiar obras que den de qué hablar.

La ductilidad es la tendencia en el mundo tradicionalmente estable y sólido de la arquitectura.  Los chicles pegados en las suelas de los zapatos parecen ser la inspiración de los arquitectos estrella. ¿Cómo hacer entonces para conservar los centros históricos de nuestro Estado de México, si nuestros estudiantes  de arquitectura desayunan esos chicles de la vanguardia internacional en los escaparates de las firmas más caras y banales del mundo?

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