viernes, 22 de julio de 2016

SECRETARÍA DE INFRAESTRUCTURA DEL ESTADO DE MÉXICO

LOS URBANISTAS NO PEGAN LADRILLOS

Publicado en CAMBIO del Estado de México el el #133 de junio 2016, pag 31

Obras trinqueteras. Ese vocablo lo he oído en el medio legal para señalar a alguien que se imposta como abogado sin serlo. Análogamente en el Estado de México las obras viales están hechas por cualquiera menos por un urbanista. Se ve, se siente, el contratista está presente. A diferencia de Suiza, aquí no se nos pide opinión para abrir carreteras por zonas forestales de recarga, aquí se miente con que por cada árbol talado se plantarán 10. Nadie responde, nadie se hace cargo de la mala calidad de las obras, ni de las taladeras, ni del polvo que levantan, ni de los accidentes viales que provocan. Hay negocios malsanos en las obras que se hacen en el Estado de México.

Busco a quién hacerle preguntas y me encuentro novedades. En el vértice de la pirámide a cargo de la Secretaría de Infraestructura del Gobierno del Estado se encuentra un abogado. Él tiene por debajo de sí a la Junta de Caminos que está actualmente dirigida por una abogada. No encuentro en la burocracia contemporánea con quién hablar de urbanismo, de urbanidad, de la ciudad ideal, de las ciudades exitosas y competitivas, de las ciudades de escala humana donde caminar es la esencia del quehacer cotidiano. No encuentro respeto por el peatón, nadie hace aforos peatonales, nadie hace banquetas arboladas, nadie estudia la viabilidad de las bicicletas en las ciudades planas.

No encuentro ganas tampoco de hablar con un gobernador que confunde urbanistas con albañiles. Lo dijo así cuando creó la Secretaría de Infraestructura del Estado: “El maestro Erasto no va a ir a poner tabiques y a hacer la mezcla de las obras que estamos haciendo en el Estado de México, el maestro Erasto lo que va a hacer es gestionar recursos, supervisar que las obras se estén haciendo con transparencia, con orden, con pulcritud, que todas las obras que están llevándose a cabo en este momento se puedan construir, se puedan concretar” (El Universal 27/08/2015).

Me parece que dejar la pertinencia de las obras en manos de un neófito en urbanismo no es acertado. Las obras no son un remedio contra una enfermedad. Muchas veces son las causantes de los peores síntomas de enajenación anti-urbana, obras que nadie solicita, obras que separan comunidades, obras que hipotecan el futuro de nuestro Estado, obras que provocan inundaciones, que tapan ríos y canales, que pavimentan humedales, que talan árboles frondosos, obras que semejan a Ecatepec.

Conforme tardo cada día más en llegar al trabajo, me pregunto por qué las nuevas vías rápidas se han vuelto más lentas. Conforme extraño los prados y los árboles de los camellones me pregunto por qué están plantando cipreses panteoneros, que no dan sombra. Conforme se inundan los nuevos puentes vehiculares me pregunto por qué no se hacen trincheras de infiltración. Conforme el entorno que me rodea se vuelve más feo me pregunto quién diseña nuestras antiguas calles, hoy llamadas vías de comunicación. Conforme se me impide cruzar una de esas vialidades, se me obliga a usar el auto para ir enfrente. Conforme más uso el auto, más puentes anti-peatonales aparecen, vacíos de gente que no se atreve a ejaularse en las alturas. Conforme el deterioro de las relaciones sociales se incrementa debido a esta parcelación del territorio, me pregunto quién diseña la ciudad contemporánea, al menos en el Estado de México. ¿Quién está a cargo del monstruo orwelliano que reproduce Ecatepec en cada obra de ingeniería vial?

El mundo de los abogados suele ser árido como los juzgados de los reclusorios en los que trabajan. Allá ellos. Lo malo es que están convirtiendo todo el territorio del Estado, en una inmensa cárcel de concreto.


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