martes, 17 de mayo de 2011

Callejón sin salida





ANTI URBANISMO
Publicado en el #71 dela Revista CAMBIO del Estado de México, mayo 2011


Entre las causas del deterioro social que sufrimos se ha mencionado últimamente al espacio urbano contemporáneo y a su carencia de plazas públicas. La polarización económica se materializa en la distribución de las nuevas casas habitación, donde los que son sujetos de crédito se atrincheran y hacen concha por las noches en un condominio; para levantarse convertidos (como el Gregorio Samsa de Kafka) en bichos raros y enajenados de la sociedad que deambula al otro lado del caparazón.


Las ciudades contemporáneas, las del Estado de México al menos, no son diseñadas por arquitectos humanistas sino por especuladores del suelo urbanizable. Estos constructores forman un grupo poderoso de agiotistas cuyos productos, sus casas en serie, cotizan en la bolsa como si se tratara de tornillos o zapatos. Estos “empresarios” no viven en las casas que ellos construyen por supuesto, porque las privadas que repiten por los llanos mexiquenses, no arman tejido social; el barrio no se logra en esas calles cerradas; y muchas de esas casas ya están vacías y deterioradas y ocupadas por basura, drogadictos o son usadas como casas de seguridad del crimen organizado.


El diseño de calles y avenidas no se discute entre expertos, no se consensa con los habitantes del lugar, no se planifica. Sólo se especula. Los miles de nuevos “felices” dueños de estas casas, deben llegar a ellas por el mismo camino de antaño, ahora saturado de vehículos. No se tienden redes de transporte masivo y en cambio se abandona al comprador a su suerte. A diferencia de las “colonias”, con las que 100 años atrás crecían las ciudades mexicanas, hoy cada calle privada no forma parte de una red sino que languidece adherida a ese único y vulnerable y saturado cordón umbilical que la conecta al resto del mundo.


La mejor analogía de este esquema anti urbano mexiquense, lo dan las nervaduras de la hoja de un árbol. Para ir de una hoja a la otra debemos llegar al tronco (a la avenida primaria) y no hay manera de reducir los recorridos porque las nervaduras de las hojas de los árboles conducen la savia sólo en una dirección, desde la raíz hasta las hojas, no hay vuelta atrás ni intercomunicación de fluidos entre ellas.


En cambio, en las ciudades la gente va y viene. Sale y regresa. Para este frenético ir y venir, la cuadrícula supera a las nervaduras. En una cuadrícula, las opciones de circulación son múltiples, no existe cordón umbilical (pecíolo) que nos obligue a circular siempre por el mismo trayecto y por lo tanto la cuadrícula, la cuadra, nos hace libres, nos provee de alternativas, nos ahorra distancias, nos regala encuentros diversos, nos invita a pasear y no nos aburre. Evita los embotellamientos. Evita los puentes peatonales porque los peatones tienen múltiples pequeños cruceros donde cruzar y no uno solo, inmenso crucero al que tener que salvar mediante 34 esforzados escalones.


Recordemos que cada puente peatonal es la evidencia de un fracaso. Es la manifestación antiestética de la falta de diseño urbano a nivel de suelo, a nivel del peatón, a nivel del ciudadano y recordemos que es el ciudadano la única razón de ser de las ciudades. En cambio, las ciudades mexiquenses de hoy están diseñadas para los trailers y los camiones materialistas, para las camionetas urgidas de llegar al aeropuerto sin detenerse a ver a los atropellados, a los de a pie.


La ciudadanía en este Estado se adquiere al comprar un auto. Si no tienes auto no vales nada. Te mandan por un tubo, el tubo del puente peatonal.

1 comentario:

  1. interesante observación de nuestro trabajo como urbanistas, pero qué pasa cuando trabajas para alguien que te humilla por proponer alguna idea humanista?

    att. alejandro garnica, estudiante de 10 sem de arquitectura FAD

    ResponderEliminar