Europa ha gozado de prosperidad desde hace ya unos buenos 40
años. La incorporación a la Unión
Europea convirtió a países endémicamente pobres como España en nuevo-ricos. La
costa este de los Estados Unidos también elevó su nivel de prestigio jet set.
Lo vimos en Netflix junto con la buena vida de Londres, Milán y París.
A diferencia de las telenovelas mexicanas, en las series del
primer mundo nunca aparece personal de limpieza a pesar de lo impecable del
ambiente. Como antes, cuando el héroe no se despeinaba, ahora nadie limpia el
departamento minimalista de la serie.
Pero esto es irreal. En Nueva York los restaurantes chinos
tienen hacinados a los miembros de las familias que migran a América (National
Geographic dixit). En Italia los náufragos del Mediterráneo desaparecen de la
vista de los turistas para esconderse donde hay trabajo, es decir, en el
próspero norte. Y fue notoria la relación Ecuador-España cuando estalló el
Covid.
La hipocresía ha quedado descobijada. Neo esclavismo es lo de
hoy y el Covid ha hecho brillar a los pobres ocultos de los países ricos. ¡Es
la sobrepoblación, idiota!, debería gritar Bill Clinton. Es el hacinamiento, es
la especulación, es la riqueza de las mafias puesta a circular en los
restaurantes de lujo como lo retrató Roberto Saviano.
Es el Covid-19 el esqueleto en el clóset del FMI que acaba de
abrir la puerta.
Susana Bianconi 15 de mayo 2020
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