ARQUITECTURA EN TIERRA
publicado en CAMBIO #95
Cada sistema constructivo tiene su
sello, su forma es el resultado de la
técnica con que se construye. De visita en Bernal, pueblo mágico queretano, las
cualidades de su arquitectura “mágica” quedan de manifiesto de inmediato. En
sus casonas céntricas se sienten los cimientos de piedra, los muros gruesos de
adobe y los altos artesonados de sus techos. Puertas y ventanas se traspasan
bajo dinteles de madera. Las calles son de piedra y el andar de los vehículos
es adecuadamente lento, salvo en la carretera de acceso que está pavimentada.
Así la construcción vernácula es tan auténtica como la peña misma de Bernal.
¿Pero qué pasa con los nuevos edificios
que se construyen ahí merito con materiales industrializados como el tabicón? Se
ven falsos porque imitan una arquitectura surgida de otra entraña. Un nuevo
museo de las Máscaras se yergue inconsistente al fondo de una calle. Resulta
que sus delgadas paredes están decoradas con pedacitos de piedra, como un
vestido de fiesta infantil al que le han cosido lentejuelas en el ruedo. No es
auténtico ni como edificio moderno ni como como edificio vernáculo. Es una
burla a la esencia del pueblo.
Cabe preguntarse qué pasa con los
arquitectos, por qué no entienden la arquitectura tradicional y porqué sienten
vergüenza de construir verdaderamente a la antigua. Lo cierto es que la
respuesta es simple: no se enseña a construir en tierra en las facultades de
arquitectura. Perdón, hay honrosas excepciones: la Facultad de Arquitectura
Diseño y Urbanismo de la Universidad de Tamaulipas imparte la asignatura
“Construcción con Tierra” donde no solo se aprende a levantar muros, sino
cúpulas y bóvedas con el mismo material. Así mismo Pro Terra es un grupo que
enseña las bondades de la arquitectura en tierra en todas sus variables y que
está integrado por gente de centro y sud américa así como de Francia e Italia.
¿Y por qué no se construye en tierra,
si el desempeño de este material es bueno, es aislante, su capacidad de carga
aumenta constantemente con el paso del tiempo y es además gratis (en general
solo se paga el acarreo del material, no la tierra misma)? ¿Por qué ni siquiera
se usa en las nuevas construcciones de los pueblos mágicos como Bernal, Metepec
o Malinalco? ¿Qué atavismo impide al arquitecto meter las manos en el barro?
La legislación local debe tomar al
toro por los cuernos y exigir la utilización de este noble material dentro de
los cascos históricos. No para hacer arquitectura de época, sino para construir
hasta el más limpio de los interiores minimalistas contemporáneos en el
material más sencillo y antiguo que conoce la humanidad, el barro crudo en todas
sus variables: adobe, tapial y bajareque, según convenga al lugar en cuestión.
De esta manera se evitarán demoliciones oportunistas (Bernal está lleno de
vacíos convertidos en estacionamientos) y se restaurarán inmuebles
menospreciados. Y así la oficina de “desarrollo” urbano podrá llamarse de “mantenimiento”
urbano, cuando el bien mayor, la arquitectura mágica de un sitio, deba ser perpetuada.
¡A meter manos a la obra!
En las universidades no se sensibiliza ni en esta parte tradicional ni en la empresariasl...es cuestión de que poco a poco las nuevas asociaciones tipo ONGs y demás estudiantes de arquitectura y nuevs empresarios arquitectos, que trabajen en estos pueblos mágicos transmitan la importancia de respetar el medio ambiente y sus materiales. Desde el primer semetre yo e queje de una propuetsa arquitectónic auqe parecia más bien de Lomas de Santa Fe que de un pueblito en Veracruz!
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