miércoles, 11 de julio de 2018

AGUA CORRIENTE PARA LA CDMX DESDE EL NAICM


Dotar de agua corriente a la CDMX puede lavarle la cara al NAICM
Susana Bianconi

El vaso regulador del lago de Texcoco donde hoy se construye el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) tenía la propiedad de entretener el agua de lluvia sin provocar inundaciones. Entre sus zacatales y tulares el agua ni se notaba.

Ahora esa inmensa superficie ha sido nivelada y ya no contiene el agua. El contrato del drenaje destinado a desalojar el agua de lluvia es multimillonario. 45 km de ductos se llevarán el agua de lluvia hacia el norte, bien lejos.
¿Porqué sacar el agua de lluvia de la cuenca en lugar de distribuirla por las colonias carentes de servicios? Si el NAICM va, y su daño ecológico también, al menos calmemos la sed.

En tiempo de la Colonia se inició el tajo de Nochistongo para desalojar el agua de lluvia de la siempre inundada Ciudad de los Palacios. Luego la ciudad comenzó a hundirse y el tajo quedó con pendiente inversa. Nuevamente durante el Porfiriato se perforó más profundo y nuevamente el entonces Distrito Federal se empeñó en seguir hundiéndose. Vino después el gran túnel del drenaje profundo que lleva las aguas chilangas hasta el río Pánuco.

Quizás la CDMX sea la única en el mudo que bebe agua de una cuenca del Pacífico (Cutzamala), la sube a una cuenca cerrada (la del Anáhuac) y luego la vierte a una cuenca del Golfo de México. Si hemos podido hacer durante décadas este trasvase, podremos hacer con facilidad lo que a continuación propongo.

La red de drenaje pluvial del aeropuerto será como una raíz que alimentará un tronco central que finalmente evacuará el agua fuera de sus instalaciones. En cada quiebre de dirección habrá cárcamos (recipientes como registros) y desde ellos, en época de lluvias, se podrá bombear agua a bastante altura para distribuirla mediante baterías de tanques elevados a las zonas urbanas adyacentes, e incluso a sitios más lejanos.

Desde estas pozas, como las que hacía el rey Nezahualcóyotl en cada quiebre de dirección de los acuductos y sin necesidad de hacer cisternas se podrá bombear el agua de lluvia, ésa que cae como maná del cielo sobre las miles de hectáreas impermeables del nuevo aeropuerto.

Calmar la sed de Ecatepec e Iztapalapa es la propuesta.  Es un trabajo de romanos, es un trabajo urbano, es un trabajo paliativo del desaguisado que se ha hecho en el lago de Texcoco. 

Dotar de agua corriente a la CDMX puede lavarle la cara al NAICM. Y estamos a tiempo de que se diseñe y se haga como obra adjunta, como pago por daño ecológico, como infraestructura hidráulica, como sea...; pero que sea.



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