ARROYO VIAL
Susana Bianconi
Había una vez…
Al medio de la calle corría antes el
agua de lluvia; se le llamaba arroyo.
El arroyo conducía perezosamente el
agua de lluvia entre el empedrado. El andar de un carro no salpicaba al
transeúnte ya que el agua no tocaba sus ruedas. El caminar en las banquetas
bajo los tejados era una experiencia cotidiana y segura para la gente.
Geometría vial
Las cosas cambian cuando a mitad del
siglo pasado los automóviles se enseñorean de pueblos y ciudades: es entonces cuando
se sustituyen los empedrados por el asfalto. Se opta por mantener seca la
circulación vehicular y la pendiente se invierte. La parte más alta del arroyo
queda entonces al centro de la calle y se manda el agua de lluvia contra las
guarniciones. Los ingenieros viales tuvieron en mente sólo la durabilidad del
asfalto y como consecuencia de ello, los grandes perdedores fueron los peatones
quienes a partir de entonces serán salpicados inclementemente al caminar por
las banquetas.
Tenemos ahora que el agua de lluvia se
colecta en el mismo drenaje que las aguas negras lo que provoca dos
consecuencias negativas: la primera es que los colectores sanitarios no tienen
la capacidad para desalojar el agua de las tormentas y la segunda es que esa
agua de lluvia, básicamente limpia, es mezclada con agua sucia.
Soluciones
Existen dos soluciones al problema.
La opción que se lleva a cabo en Portland, Oregon, es particularmente ejemplar
cuando se cuenta con amplio espacio. En sus calles, anchas, colectan el agua de
lluvia en franjas verdes que van entre el arroyo vehicular y las banquetas
peatonales. Estas zanjas naturadas se visten con pastos nativos y flores
silvestres, dando un aspecto muy sano al paisaje urbano. Así se evitan las
inundaciones.
La otra opción, cuando se carece del
ancho vial necesario, es volver al pasado y recuperar la geometría de las
antiguas calles coloniales, es decir, volver a los empedrados con pendiente al
centro. Las velocidades de los vehículos aminoran gracias a lo disparejo del
pavimento, el agua de lluvia se entretiene entre las piedras, no se mezcla con
el drenaje y puede ser conducida al río más cercano, o a un jardín de lluvia donde
se forme un lago temporal y se absorba el agua paulatinamente.
Pueblos Mágicos
Es deseable que en nuestros Pueblos
Mágicos se regrese al pasado en cuestión de geometría vial, para evitar el daño
patrimonial a los edificios de adobe que ocurre cuando los torrentes mojan las
partes bajas de los inmuebles de adobe, como ocurre actualmente en Valle de
Bravo.
La magia está en bajarse del auto, en
caminar y en andar en bici, en volver a la escala y a la velocidad humana los
quehaceres de las ciudades. La magia está en volver a tener contacto visual
entre nosotros y en vivir la calle con la seguridad de antaño. La ingeniería
vial debe rediseñarse para que el arroyo recobre presencia urbana y abone así a
la recuperación de los valores humanos que el automóvil nos arrebata.
Oaxaca
Gracias por ampliar mi perspectiva como ciudadana y también como arquitecta. Sinceramente desconocía los antecedentes de los diseños actuales del arroyo vehicular. Desgraciadamente los intereses mezquinos de los gobiernos, en todos los niveles, difícilmente serán replanteados, así como también es triste que las ciudades y villas o pueblos, se des-humanicen, dándole prioridad al automóvil, el cual es el eje central de los diseños urbanos. Las cosas están cambiando y ojala pronto se retomen los conceptos que aquí se mencionan.
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