LA CADUCIDAD DE LAS ACTAS DE NACIMIENTO
Susana Bianconi
Publicado en CAMBIO del Estado de México #129, febrero 2016
Desde que su Alteza
Serenísima Antonio López de Santa Anna impuso un impuesto a las ventanas, no se
veía algo semejante. Aunque el absurdo es ahora mayor, porque vivimos en una
era digital de archivos soportados en grandes bases de datos que deberían
ahorrarnos tiempo y darnos certeza.
Y sin embargo
ahora nos amanecemos con la novedad de que las actas de nacimiento caducan, se
pudren. Justo en este tiempo de refrigeración extrema en los supermercados, de cámaras
frigoríficas de antología y de adición de conservadores químicos a los
alimentos, ya nada se echa a perder excepto las actas de nacimiento. Parece que
los registros civiles carecen de refrigeradores.
Consecuentemente
hay que volver y volver y volver cada año a por otra acta fresquecita. Ahora es
fácil, por 66 pesos, salen calientitas por un despachador automático al que
solo se le insertan los 18 dígitos de la CURP. Magnífica base de datos que el
Estado no comparte con el propio Estado: ni la SEP, ni el INE, teclean los 18
dígitos para cotejar en pantalla el acta, y pasar a lo que sigue sin necesidad
de guardar otro papel en la era digital.
La burocracia
disfruta volviendo un trámite atrás, a empezar de nuevo, debido a los tres días
que lleva el acta caducada y entonces a pagar 66 pesos de nuevo. A deambular de
módulo en módulo hasta dar con el que tiene internet y entonces insertar los 18
dígitos, operación que podría hacer cualquier dependencia pública solicitante,
sin necesidad de mandar al ciudadano a la peregrinación de marras… pero
entonces no entrarían los 66 pesos.
La CURP es
gratuita y es con ella que se obtiene el acta, que es costosa. Cuesta 66 pesos
más uno o varios días de rabia, de tiempo perdido, de transporte utilizado, de
impuesto a haber nacido en un sistema con fecha de caducidad y con impuestos
disfrazados de modernidad. Con instituciones autónomas que le hacen el juego a
la sacadera de dinero estatal solicitando actas fresquecitas. Con sumisión y
obediencia de un pueblo manso y resignado.
Los tiempos
de Santa Anna eran de guerra, de invasiones extranjeras, de usurpaciones
territoriales disfrazadas en los tratados como adquisiciones. Y es esa
simulación la que renace ahora digitalizada y que corrompe y agusana las actas
de nacimiento con fecha de caducidad.