viernes, 1 de enero de 2016

CHINA

The Architectural Review Magazine #1425                                          noviembre 2015
EDITORIAL
Por Christine Murray

Mientras escribo, las banderas rojas de la República Popular China se alinean en el Mall, y el presidente chino Xi Jinping es agasajado en un banquete con la Reina en Buckingham Palace. La espléndida visita de estado de cuatro días fue descrita como una “humillación nacional” por Steve Hilton, el antiguo asesor estratégico del Primer Ministro David Cameron: “Lo cierto es que China es un estado ruin tan malo como Rusia o Irán, y no entiendo por qué les estamos haciendo la barba”, dijo al Guardian.
Las atrocidades oficiales no tienen nombre. Es un país que cosecha los órganos de sus disidentes; donde los prisioneros están vivos cuando se les remueven sus corazones, riñones, córneas o hígados, luego son vendidos en el llamado “trasplante turista”, una industria multi billonaria. Documentado en la película Hard to Believe, al menos 41,500 prisioneros Falun Gong han sido asesinados por sus órganos.
Durante el estallido reciente de julio 2015, 300 abogados y activistas fueron arrestados, interrogados y acosados – periodistas y blogueros, abogados y feministas. Muchos prisioneros políticos han muerto debido a la tortura, a los interrogatorios y a la falta de asistencia médica.
Justo esta semana, el Secretario de Estado John Kerry habló sobre la detención domiciliaria de Bao Zhuoxuann de 16 años, el hijo del abogado de derechos humanos Wang Yu. Sus padres fueron secuestrados por el estado en junio sin cargos. Sin conocerse aún su destino, Bao fue arrestado cuando quiso salir del país para estudiar en el extranjero.
Pero con la Gran Bretaña esperando una inversión china de 30 billones de libras esterlinas en la nueva generación de plantas nucleares, la crítica al estado no figura en la agenda de esta semana de pompa y circunstancia.
Los arquitectos se han mantenido igualmente circunspectos en la crítica al estado chino durante el boom constructivo que sostuvo aceitada la profesión durante la recesión. Un arquitecto europeo me dijo una vez, “Nuestros diseños son muy valorados en China, por sus cualidades de apertura y democracia”. Luego agregó, “pero por supuesto, nosotros jamás usamos la palabra democracia”.
Una rápida urbanización incentivada por el estado, acero barato y la capacidad humana para construir estructuras experimentales a escalas y frecuencias descomunales han creado un momento excitante para los arquitectos in China. Esto combinado con la compartida condescendencia de que los arquitectos chinos no estaban a la altura de los estándares -vistos como torpes reproductores de arquitectura corriente- mantuvo el dinero circulando entre los arquitectos occidentales, y sus protestas decayeron.
Ahora, conforme la economía china empieza a enfriarse, con la capacidad de construcción cayendo, vemos el surgimiento de una nueva generación de arquitectos chinos, muchos educados en extranjero, con talento y una misma voz emergente. Cada edificio, en esta edición, está diseñado por una firma china y vale por sí mismo, prueba de que la arquitectura china está ganando su lugar en el escenario mundial.
En sus propias palabras, los arquitectos chinos describen su país con gran optimismo, caracterizado por mayores libertades y oportunidades. Hablan con entusiasmo del potencial creativo para diseñar y construir estructuras que van a alterar perspectivas y dejar un prolongado impacto en el paisaje en este contexto de rápido cambio.
Hablando en Londres, Ai Weiwei dijo ante una audiencia en la Royal Academy que regresó a China desde Nueva York porque su trabajo será más relevante ahí en un lugar que está cambiando rápida y dramáticamente.
Quizás, como aquél arquitecto europeo sugería, imbuir un edificio con un plan democrático puede asistir a que se abra una sociedad cerrada. O quizás sólo cree una ilusión de transparencia, y como la gran arquitectura de los fascistas, apoye al estado y postergue el cambio real.
No se siente ser socialmente responsable el escribir sobre arquitectura china sin dar a conocer que estos proyectos fueron realizados sin los procesos obligados con respecto a la planeación, adquisición de tierra, y consulta pública. En este sentido, no pueden compararse con obras completadas en un sistema democrático. Sin embargo, creativamente, los edificios que aparecen en la edición china de AR convidan a la consideración global y son dignos de crítica arquitectónica. Publicando estos trabajos, nosotros no eximimos al régimen que los hizo posible. Nosotros apoyamos a estos arquitectos empeñados en crear una identidad china propia a través de su trabajo.
Traducido por Susana Bianconi


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