The
Architectural Review Magazine #1425 noviembre 2015
EDITORIAL
Por Christine Murray
Mientras escribo, las banderas rojas
de la República Popular China se alinean en el Mall, y el presidente chino Xi Jinping
es agasajado en un banquete con la Reina en Buckingham Palace. La espléndida
visita de estado de cuatro días fue descrita como una “humillación nacional”
por Steve Hilton, el antiguo asesor estratégico del Primer Ministro David
Cameron: “Lo cierto es que China es un estado ruin tan malo como Rusia o Irán,
y no entiendo por qué les estamos haciendo la barba”, dijo al Guardian.
Las atrocidades oficiales no tienen
nombre. Es un país que cosecha los órganos de sus disidentes; donde los
prisioneros están vivos cuando se les remueven sus corazones, riñones, córneas
o hígados, luego son vendidos en el llamado “trasplante turista”, una industria
multi billonaria. Documentado en la película Hard to Believe, al menos 41,500 prisioneros Falun Gong han sido
asesinados por sus órganos.
Durante el estallido reciente de
julio 2015, 300 abogados y activistas fueron arrestados, interrogados y
acosados – periodistas y blogueros, abogados y feministas. Muchos prisioneros
políticos han muerto debido a la tortura, a los interrogatorios y a la falta de
asistencia médica.
Justo esta semana, el Secretario de
Estado John Kerry habló sobre la detención domiciliaria de Bao Zhuoxuann de 16
años, el hijo del abogado de derechos humanos Wang Yu. Sus padres fueron
secuestrados por el estado en junio sin cargos. Sin conocerse aún su destino,
Bao fue arrestado cuando quiso salir del país para estudiar en el extranjero.
Pero con la Gran Bretaña esperando
una inversión china de 30 billones de libras esterlinas en la nueva generación
de plantas nucleares, la crítica al estado no figura en la agenda de esta
semana de pompa y circunstancia.
Los arquitectos se han mantenido igualmente
circunspectos en la crítica al estado chino durante el boom constructivo que sostuvo
aceitada la profesión durante la recesión. Un arquitecto europeo me dijo una
vez, “Nuestros diseños son muy valorados en China, por sus cualidades de
apertura y democracia”. Luego agregó, “pero por supuesto, nosotros jamás usamos
la palabra democracia”.
Una rápida urbanización incentivada por
el estado, acero barato y la capacidad humana para construir estructuras experimentales
a escalas y frecuencias descomunales han creado un momento excitante para los
arquitectos in China. Esto combinado con la compartida condescendencia de que
los arquitectos chinos no estaban a la altura de los estándares -vistos como
torpes reproductores de arquitectura corriente- mantuvo el dinero circulando
entre los arquitectos occidentales, y sus protestas decayeron.
Ahora, conforme la economía china
empieza a enfriarse, con la capacidad de construcción cayendo, vemos el
surgimiento de una nueva generación de arquitectos chinos, muchos educados en
extranjero, con talento y una misma voz emergente. Cada edificio, en esta
edición, está diseñado por una firma china y vale por sí mismo, prueba de que
la arquitectura china está ganando su lugar en el escenario mundial.
En sus propias palabras, los
arquitectos chinos describen su país con gran optimismo, caracterizado por mayores
libertades y oportunidades. Hablan con entusiasmo del potencial creativo para
diseñar y construir estructuras que van a alterar perspectivas y dejar un
prolongado impacto en el paisaje en este contexto de rápido cambio.
Hablando en Londres, Ai Weiwei dijo ante
una audiencia en la Royal Academy que regresó a China desde Nueva York porque
su trabajo será más relevante ahí en un lugar que está cambiando rápida y
dramáticamente.
Quizás, como aquél arquitecto europeo
sugería, imbuir un edificio con un plan democrático puede asistir a que se abra
una sociedad cerrada. O quizás sólo cree una ilusión de transparencia, y como
la gran arquitectura de los fascistas, apoye al estado y postergue el cambio
real.
No se siente ser socialmente
responsable el escribir sobre arquitectura china sin dar a conocer que estos
proyectos fueron realizados sin los procesos obligados con respecto a la
planeación, adquisición de tierra, y consulta pública. En este sentido, no
pueden compararse con obras completadas en un sistema democrático. Sin embargo,
creativamente, los edificios que aparecen en la edición china de AR convidan a
la consideración global y son dignos de crítica arquitectónica. Publicando
estos trabajos, nosotros no eximimos al régimen que los hizo posible. Nosotros
apoyamos a estos arquitectos empeñados en crear una identidad china propia a
través de su trabajo.
Traducido por Susana Bianconi
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