Busco los
árboles que deben haberse plantado para contrarrestar la tala efectuada en la
Sierra de las Cruces a raíz de la construcción de la carretera de cuota Lerma-La
Marquesa y no los encuentro. Pregunto y no obtengo respuestas. Tienen que ser,
según dicen los anuncios, 370 mil arbolitos… pero nadie sabe nada.
El paisaje es
otro desde que comenzó la obra de la supervía entre Lerma y La Marquesa. Se han
movido cerros, se han talado miles de árboles, se han hecho puentes de concreto
armado, se ha desnudado la roca y se han abierto nuevas impúdicas visuales.
Duele tener que acostumbrarse a un paisaje yermo y agresivo cuando poco tiempo atrás
era verde y florido.
La plantación
resarcidora de los nuevos arbolitos parece ser una mentira. No hay tanto
espacio para plantarlos, habida cuenta de que cada ejemplar maduro requiere al
menos 49 metros cuadrados para desarrollarse. Y de nada serviría que se
estuvieran plantando lejos de la zona afectada. Seguiré preguntando a la gente,
la misma gente que carga las cajas de televisiones que les regala la SCT.
Quizás ellos sepan algo; quizás les avisen en la tele dónde están plantando los
mentados árboles. Sino, ¿para qué sirve la tele sino para comunicar?, según
dicen los promotores de la “regaladera” de pantallas planas, aunque la
audiencia conectada a internet esté provocando la disminución del rating de la televisión.
Jenaro
Villamil nos explica que “Los únicos clientes que en México siguen destinando
más del 60 por ciento de sus presupuestos de publicidad a la televisión abierta
son los gobiernos estatales y el federal, los congresos y los partidos
políticos. De ahí la tóxica combinación entre política y televisión,
subordinada al chantaje y el intercambio de favores que excluyen a las
audiencias”.
Me gusta el
uso de la palabra tóxica porque tóxico es talar árboles para meter a circular
autos en lugar de trenes. Decisiones tóxicas acaban con nuestro paisaje y con
nuestra inteligencia. La tele es tóxica porque consume la energía creativa de
la gente cuando escucha el promocional de la Cámara de Senadores decir que
actúa con austeridad. Y tóxico es el presupuesto público que se le destina al
obsequio de aparatos de TV, digamos unos
26 mil millones de pesos (considerando cada uno de los 9.7 millones de equipos regalados
en 2,680 pesos; datos de Notimex). Esto es más del doble del presupuesto que
este año ejerció la Secretaría de Relaciones Exteriores o el equivalente al
presupuesto de la SEDATU.
“Estamos
intoxicados de puentes vehiculares”, escribí en este espacio en agosto de este
año y ahora me intoxico buscando los árboles sin plantar, buscándole sentido a estas
políticas públicas clientelares, a esta falta de información, a estas mentiras
anunciadas en carteles espectaculares. Queda entonces claro que para
perpetuarse en el poder son más útiles las pantallas planas que los árboles. Lo
tóxico que lo limpio.
Si en lugar
de televisiones se estuvieran regalando bicicletas, nada tendría que objetar.
Los precios son equivalentes y la gente haría ejercicio sin contaminar. Pero
vemos que mantenerse en el poder a toda costa intoxica, nubla el entendimiento
y provoca calentamiento global.
Revista CAMBIO del Estado de México, diciembre 2015