Con
la desaparición de las banquetas, Metepec pone en riesgo a los peatones, impide
el arbolado urbano y desdibuja su perfil de pueblo mágico.
En
cada obra nueva, se autoriza el estacionamiento a partir del alineamiento y
consecuentemente, no emerge la arquitectura sino el vacío del espacio para los
autos, los que se suben a la desaparecida banqueta y pasan por sobre el derecho
de los peatones.
Hasta
hace poco este fenómeno se apreciaba solamente en las gasolinerías, ahora en
largas tiras de comercios diseñados para empobrecer la ciudad y despreciar al
transeúnte.
El
fenómeno está contagiándose en cada esquina, podríamos apodarlo el síndrome del
Oxxo. Las imágenes ilustran en 4 tiempos cómo las banquetas desaparecen, cómo
puede resolverse el mismo comercio con un diseño más humano y cómo se puede
perfeccionar el cruce peatonal de las calles.
Sólo
se requiere ser peatón y desde esa óptica enfrentar el diseño urbano. El auto
es una máquina, el ciudadano en cambio es un ser humano. Se puede subordinar
uno al otro y conservar lo poco que nos queda de urbanidad.
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