HISTORIA DEL PAISAJE DE ACAPULCO
Texto y fotos de: Susana
Bianconi*
De regreso de Filipinas, el galeón de
Manila avistaba tierra americana a la altura de Los Ángeles, pero no se detenía
ahí, sino que viraba hacia el sur, hasta la bahía de Acapulco. El paisaje
continental que los viajeros llegaban a ver cuando se proveían de agua, era
cambiante: playas, acantilados, desiertos y selva baja.
La gente de entonces era inquieta,
curiosa y sabía trabajar la tierra mucho mejor que cualquiera de nosotros, quienes
como seres del siglo XXI que somos, vivimos rodeados de silicones, plásticos y
electricidad. Entonces hasta la misma nao era biodegradable. Los muertos de a
bordo también. Así, quienes sobrevivían la larga travesía del tornaviaje,
traían consigo semillas, bulbos y cajas [i]con
plantas desconocidas en México.
Muchos frutos usados en la rica gastronomía
mexicana fueron introducidos desde el oriente por la Nao de la China que
llegaba año con año a Acapulco. Así se naturalizaron los plátanos (Musa paradisiaca) y los mangos (Mangifera ignea), estos últimos oriundos de Manila. Al Brasil, los
mangos fueron introducidos por los portugueses desde sus posesiones en Macao. La pata de vaca u Orquídea de árbol (Bahuina
monandra) que alegra las calles de Cuernavaca es de origen asiático y otro
árbol excepcional por su tamaño y su perfecta adaptación traído del oriente es el
hule (Ficus elástica). La palmera
cocotera (Cocos nucifera) tan típica de
Acapulco es oriunda del lejano oriente.
El cacao (Theobroma cacao)
en cambio, hizo el camino inverso, es decir, fue desde México a Filipinas donde
es registrado por el naturalista Juan de Cuéllar en 1786. Cuéllar es quien
inicia entonces el Real Jardín Botánico
de Manila. Recordemos que para entonces la Nao de la China llevaba ya
doscientos años llevando y trayendo toda suerte de preciadas mercancías.
En 1789 Alejandro Malaespina,
cartógrafo italiano al servicio de la corona española zarpa de Cádiz rumbo a
Montevideo y bordeando el Cabo de Hornos, va subiendo hasta alcanzar Acapulco y
luego desde San Blas de California cruza el Pacífico y llega en 1791 a las
islas Filipinas.
Mientras los naturalistas que iban
en esta expedición de Malaespina bajaban a tierra para reconocer las especies
vegetales, animales y minerales, él hacía la cartografía. Diez años después de esta expedición, parte
del puerto de la Coruña, la más famosa expedición de la época colonial, la del
barón Alexander von Humbolt. Como queda a la vista, la riqueza tropical de
ambos lados del Pacífico era valorada por los naturalistas enciclopédicos
europeos.
El añil (Indigofera tintórea)
fue una de los productos más valorados traídos al puerto de Acapulco. Su color
azul intenso lo hizo un pigmento favorito tanto como la muy mexicana tinta
púrpura de la grana cochinilla
obtenida de la plaga del nopal que efectuaba el viaje al oriente.
EL SITIO
La vegetación nativa de las sierras
que rodean el puerto de Acapulco es de pino-encino
(pinus-quercus), alternando con selva
tropical seca o selva baja caducifolia. El fuerte de San Diego se alza en un
clásico morro desde donde se otea la bahía y su salida al mar. También se
admiran en la actualidad los grandes cruceros que anclan en el puerto y que
miran desde su magnífica alzada hacia
abajo al disminuido fuerte.
No lejos del fuerte de San Diego se
encuentra el único parque público del puerto de Acapulco, el Parque Ignacio
Manuel Altamirano, conocido como el parque Papagayo, de unas 20
hectáreas.
EL FUERTE DE SAN DIEGO:
Vista del Google Earth (2009)
El fuerte de cinco puntas ha quedado rodeado
al sur por la avenida costera Miguel Alemán y al norte por un vecindario muy
pobre y algo inseguro. Está circulado por un impresionante foso, el que podía
eventualmente llenarse de agua de ser necesario para resguardar el bastión.(Morales,
2009)
El acceso peatonal desde la costera Miguel
Alemán está bien diseñado y adecuadamente jardinado con plantas crasas y
agaves entre rocas que perfilan las escaleras que conducen a la elevación
desde donde se accede al fuerte. En los prados de acceso se pueden apreciar palmeras
mexicanas así como mangos de Manila, lo cual es una afortunada
combinación de los dos destinos de la nao.
Aridez y calor en el patio pentagonal
El
gran patio pentagonal del fuerte concentra en una importante cisterna el agua de
lluvia, agua que era estratégica en caso de sitio prolongado. El patio no
siempre estuvo empedrado. Hoy sólo soporta tres gráciles palmas jóvenes
y el sol calienta el piso de piedra y la piedra devuelve el calor hacia lo
alto, volviendo muy pesada la visita del museo.
Sin
embargo no siempre fue así. La Guía turística del INAH de 1981 muestra fotos de
principios del siglo XX donde la vegetación interna del patio es generosa.
Foto tomada de la guía turística del INAH de 1981
PROPUESTA PAISAJÍSTICA
Por lo dicho anteriormente es recomendable
plantar algunos árboles frondosos en el patio de armas, sin necesidad de
levantar el empedrado más que en los cajetes de las cepas. Sus ramas darán
sombra al piso de piedra y esa sombra refrescará a los visitantes de este noble
e importante monumento histórico y logrará bajar la diferencia de temperaturas
entre el cálido exterior y el refrigerado interior del museo.
Sugerimos que se planten solo cinco árboles y
se respete el grupo de palmeras existentes. Dado la rigurosa simetría de todo el
conjunto, será prudente trazar un pentágono regular en el interior y plantar un
árbol en cada uno de sus vértices. (ver plano)
Sugerimos que el foso sea llenado de agua,
para bajar la temperatura del sitio. Recomendamos trabajar el fondo con
geotextiles oscuros. Así se reflejará el fuerte y cobrará mayor dimensión.
Detalle del patio, donde puede verse
que al entrar por el puente levadizo, observaremos al fondo una de las amapas, garantizando la conservación de
la poderosa geometría del fuerte.
[ii]
Tonatiuh Romero et. al en Las estrategias de transporte y adaptación de las especies agrícolas del
Viejo Mundo hacia la Nueva España explican cómo sobrevivían los
vegetales vivos a lo largo de los viajes oceánicos (200 ) Ciencia Ergo Sum
2. El Palmeral de Elche en España fue
declarado Patrimonio de la Humanidad en 2002.
BIBLIOGRAFÍA:
Barrera, Judith. Palmeras. Arbórea, 8 (22-23) abril 2007. pp: 28-34
Cabeza, Alejandro; López de Juambetz, Rocío. La
Vegetación en el Diseño de los espacios Exteriores. UNAM (2000)
Gorbea Trueba, José. Guía Oficial Fuerte de San Diego en
Acapulco, Gro.(1981) Instituto Nacional de Antropología e Historia
Morales Sandoval, Esther. Estudio Tecnológico y geométrico
del Fuerte de San Diego en Acapulco. (2009) Tesis de Licenciatura,
Facultad de Arquitectura y Diseño. UAEMex.
Romero Tonatiuh, et al. Las estrategias de transporte y
adaptación de las especies agrícolas del Viejo Mundo hacia la Nueva España. (200 )
Ciencia Ergo Sum
UNESCO. Colección Patrimonio de la Humanidad,
vol 9. (2001). Barsa/Planeta