FORMA Y
FIGURA… hasta la sepultura
Publicado en la revista Cambio, Edo. de Mex, julio 2013, pag 32
¿Cuál es la forma de
los edificios modernos?
Hay dos claras
tendencias en nuestros días: la geométrica y la informe.
La primera es la que se
construye con ejes de simetría y claridad en la bajada de cargas, como por
ejemplo las torres de Londres y de Barcelona, que rotan sobre su eje central
como cúpulas puntiagudas. También los edificios ortogonales que suben rectos hacia el cielo como los sobrios
muros de Luis Barragán.
Y la división entre una
y otra expresión formal arquitectónica viene de la mano de la capacidad de
calcular las estructuras en computadoras. Imposible hubiera sido concebir
edificios caprichosos antes de los programas de cómputo que resuelven
ecuaciones para cada componente, único en sí mismo y sometido a solicitaciones
también únicas.
La lógica estructural
que acompaña a las construcciones con al menos un eje de simetría, se vuelve
inexistente cuando se analiza un edificio del segundo tipo. Éstos últimos son fruto de una sociedad que crea dentro de la
ambigüedad de nuestro tiempo, de indefiniciones, inseguridades y necesidad de llamar la
atención de los alcaldes o emires millonarios capaces de financiar obras que
den de qué hablar.
La
ductilidad es la tendencia en el mundo tradicionalmente estable y sólido de la
arquitectura. Los chicles pegados en las
suelas de los zapatos parecen ser la inspiración de los arquitectos estrella.
¿Cómo hacer entonces para conservar los centros históricos de nuestro Estado de
México, si nuestros estudiantes de
arquitectura desayunan esos chicles de la vanguardia internacional en los
escaparates de las firmas más caras y banales del mundo?
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