genius loci
Configuraciones del Paisaje Mexiquense
libro editado por la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, 2011
Textos: Susana Bianconi
Textos: Susana Bianconi
foto Isabel Garduño
Con los pies en la tierra, la capital es el punto de partida para recorrer los caminos del estado y captar el paisaje a la altura de los ojos. El 2010 quedará así documentado como testimonio de nuestra época. El paisaje histórico se manifiesta en sitios con pasado trascendente; monumentos y sus entornos conviven con el mexiquense de a pie cotidianamente. Enclaves relevantes, sitios de batallas, puntos de encuentro y de evangelización, son captados sin aspavientos.
1. PAISAJE HISTÓRICO
Diré con una épica sordina:
La Patria es impecable y diamantina
Ramón López Velarde, Suave Patria (fragmento)
El paisaje histórico es aquél que rodea un monumento histórico o donde tuvo lugar un hecho relevante, por ejemplo, en Teotihuacán, la Calzada de los Muertos es tan importante como la pirámide de El Sol; pues el ámbito vacío que rodea los basamentos es parte del conjunto, de ahí la relevancia que se cuide y conserve tanto como los ámbitos construidos.
Las poligonales en torno a un edificio o monumento catalogado abarcan un área mayor al perímetro del inmueble. Éstas norman las intervenciones periféricas al bien y toman en cuenta el valor del enclave, su carácter. A este concepto los paisajistas lo denominamos genus loci, es decir, el espíritu del sitio.
Cuando un bien inmueble y su entorno están en armonía y conservados, pueden ser considerados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) como patrimonio de la humanidad.
En 1972 la decimoséptima Conferencia General de la Unesco aprobó la creación de la Convención Internacional sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. El objetivo de este organismo, que entró en vigor en 1976, tras la adhesión del vigésimo Estado miembro, es la conservación de aquellos lugares que por su valor histórico, cultural o natural, representan un bien de significación universal. (UNESCO, 1999)
De las zonas arqueológicas del estado sobresale Teotihuacán, en el valle de México, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987.
1.1 Monumentos arbóreos
Este concepto fue instituido por el ICOMOS (International Council on Monuments and Sites) con el fin de valorar y conservar especímenes vegetales relevantes y, de esta manera, convertir a un árbol en un bien colectivo de identidad en un sitio, por lo que cada país tiene su árbol y flor nacionales, el ahuehuete o sabino (taxodium mucronatum) es el nuestro.
El rey poeta Nezahualcóyotl plantó varios ejemplares en Chapultepec en 1428 mientras vivió en Tenochtitlán, éstos abundaban en su reino de Texcoco, tierra húmeda tributaria de la cuenca cerrada del valle de México. Es importante cuidar esta valiosa y única conífera con hojas, porque su destino está ligado al agua y mientras ésta sea limpia superficial habrá sabinales.
Así como el país tuvo en Miguel Ángel de Quevedo a un apóstol del árbol, para el Estado de México fue don Salvador Sánchez Colín, hombre bueno y visionario regaló frondas imborrables a lo largo de calzadas y carreteras mexiquenses. Su gran tarea sigue viva aunque maltratada y será algún día motivo de estudio exhaustivo y de orgullo local.
1.2 Legado paisajístico
Esta sección contiene una reproducción de los baños de Nezahualcóyotl en el Texcutzinco de Texcoco, de José María Velasco, el más grande paisajista mexicano, nacido en tierra mexiquense y que pocas veces retrató su estado; sin embargo, esta obra resarce sus omisiones. El paisaje acolhua de terrazas y canales de riego llega hasta nosotros desde su creación en el siglo XV y tiene un cuidado especial por el INAH.
1.3 Paisajes místicos
Las procesiones son un espectáculo colorido a lo largo de los caminos y los entierros, lentos desfiles que obligan a los apurados transeúntes a respetar el ritmo de los ritos.
Los camposantos no están limitados a las bardas atriales, se prolongan a lo largo de las calles, donde las cruces marcan el sitio de un accidente fatal y sus flores, la persistencia de la memoria.
El campo muta sus flores silvestres a lo largo de las estaciones del año y parecen rendir homenaje a quien alguna vez cultivara la tierra.
Hay mística en los paisajes de la arquitectura conventual, en los árboles oscuros de los panteones y en el campo abandonado.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Muestra imágenes de las diferentes regiones climáticas, sus plantíos, pastizales, lagunas, bosques y flores silvestres.
El campo mexiquense es retratado con cariño, con algo de nostalgia y con la arquitectura vernácula que lo acompaña humildemente.
2. PAISAJE RURAL
Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música de selva
con que modelaste por entero
al golpe cadencioso de las hachas,
entre risas y gritos de muchachas
y pájaros de oficio carpintero.
Patria: tu superficie es el maíz,
Tus minas el palacio del Rey de Oros,
Y tu cielo, las garzas en desliz
Y el relámpago verde de los loros.
Ramón López Velarde, Suave Patria (fragmento)
El ámbito rural se desdobla en el paisaje silvestre y en el agrícola. El campo mexiquense es sinuoso y diverso; las altas cumbres de sus volcanes son territorios casi vírgenes, páramos fríos y agrestes que han gobernado al altiplano y que confieren una fuerte personalidad a los sitios desde donde sean contemplados.
El territorio del Estado de México tiene el privilegio de poseer aún nieves eternas en el Popocatépetl o Don Goyo con un cráter humeante y vivo que arraiga irrefrenablemente a los moradores de sus laderas. Además, una mujer dormida cubierta de nieve en el Iztaccíhuatl y un par de lagunas astrales (El Sol y La Luna) en el Xinantécatl.
Al bajar de estas alturas se manifiesta otro prodigio: el bosque de coníferas en cotas de hasta tres mil metros y, cuesta abajo, la milpa de altura; cumbres y bosques dan de beber al estado más poblado de la nación mexicana.
En los llanos, los campos se cubren de pastizales y lagunas someras; el paisaje mexiquense es mediterráneo, caracterizado por el contraste entre la estación de lluvias y el estiaje, que se reparten el año en dos mitades de coloración desigual: verde y dorada.
Sin embargo, la diversidad paisajística no se resume en esa dualidad; variedad de alturas sobre el nivel del mar confieren al Estado de México un gran número de microclimas, tanto agrestes como agrícolas.
Este inicio de siglo encuentra al campo deshabitado, el fenómeno de la emigración a Estados Unidos y al cinturón conurbado al Distrito Federal ha dejado ociosas muchas parcelas que antes eran productivas. Las flores silvestres han recuperado la tierra que antes se labraba, las únicas agroindustrias relevantes, de la flor en Villa Guerrero y la hidroponía de Pastejé, lo han cubierto de plástico.
2.1 Mundo silvestre
La sierra de Nanchititla es la zona más grande del estado donde aún queda paisaje enteramente silvestre, agreste, indómito y puro. Sus peñas están cubiertas por la selva baja caducifolia que se vuelve crocante en época de sequía, se viste de flores en primavera y reverdece con las primeras lluvias torrenciales.
Las cactáceas nativas del Estado de México son muchas y tienen nombres propios de las lenguas náhuatl, otomí, mazahua y matlatzinca. El nopal del escudo nacional es una opuntia del altiplano central. Los magueyes del estado son los que donan el pulque y los grandes árboles de los bosques mexiquenses se conocen como: ocote para los pinos (pinus montezumae) y oyamel para los abetos (abbies religiosa).
“¿Por qué hablamos en náhuatl? Porque comemos aguacates, guayabas, elotes y jitomates propios de esta América, rica en frutos de la tierra, que fueron a dar la vuelta al mundo con su nombre propio” (Bianconi, 2007). Sor Juana Inés de la Cruz hablaba y escribía el náhuatl, y oriunda de nuestro estado, conocía sus dones: “¿Qué mágicas infusiones / de los indios herbolarios / de mi Patria, entre mis letras / el hechizo derramaron?” (Sor Juana, 2007: 73).
Durante las lluvias, gran variedad de hongos nacen en los sotobosques del altiplano, así como helechos y musgos. Las flores silvestres nunca se olvidan de alegrar el paisaje, dan la vuelta al calendario y colorean los campos según la estación. Aquí se muestran las más evidentes: mirasoles, chicalotas, jarillas y acahuales.
2.2 Los plantíos
El maíz aún se siembra en el estado en altas cotas sobre las laderas, dado que en los valles crecen las casas de las empresas inmobiliarias; la papa es el cultivo de las tierras frías y las yuntas jalan aún el arado en las pendientes accidentadas.
En el sur, la mariguana es el cultivo más socorrido, se paga mejor que cualquier otro y en efectivo.
2. 3 El ganado
El Estado de México tuvo la primera ganadería de toros de lidia en Atenco, en las nacientes del río Lerma; sin embargo, los borregos caracterizan al paisaje, moteando de blanco con su mansedumbre las colinas verdes y pardas.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
foto Felipe Consuelo
Contiene imágenes de plazas públicas vivas y alegres, y de mercados coloridos. Calles armónicas de los centros urbanos antiguos, belleza de esquinas y portales tradicionales.
Con la escala humana siempre presente, la ciudad se extiende, moderna, por cerros y llanos, jalando cables y cintas asfálticas. Visiones nocturnas completan el capítulo.
3. PAISAJE URBANO
Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se vacía
el santo olor de la panadería.
Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera,
suave Patria, alacena y pajarera.
Ramón López Velarde, Suave Patria (fragmento)
Los cambios del paisaje urbano mexiquense, experimentados en los últimos 100 años, desafían la imaginación y sobrepasan las más enfebrecidas prospectivas de ficción.
A partir de la industrialización inducida desde los años 60 del siglo XX, habitantes de todo el país llegaron al Estado de México a trabajar, después se sumó a esta masa obrera una ola de gente asustada que abandonó el Distrito Federal a causa del devastador temblor de 1985.
Al desaparecer los lagos del altiplano, los lechos de los históricos lagos de Texcoco y Chalco, desecados y estériles, sirvieron de asiento a conglomerados masivos, dando origen a Ciudad Nezahualcóyotl, Valle de Chalco Solidaridad y Chimalhuacán.
Los cerros que rodean la capital de la República fueron cediendo sus bosques a la siembra, en primer término, y, luego, a la construcción desordenada de pobres asentamientos grises.
3.1 Tipología urbana tradicional
Los pueblos y ciudades consolidadas que mostramos con orgullo son resumen de elegancia, belleza y civismo, como plazas al centro de los barrios y patios en medio de las casonas. El urbanismo de la Colonia, que se impuso a partir del siglo XVI basado en antiguas tradiciones grecolatinas, trazó los pueblos del estado, los hermanó con las mismas calles de norte a sur y de oriente a poniente y los engalanó con plazas públicas, que durante 500 años han sido funcionales y se conocen ahora como cascos urbanos o centros históricos.
Debemos mencionar el significado urbano de los atrios como valiosos lugares al aire libre, sitios que dan un compás de espera entre el espacio sagrado del templo y el frenesí pagano de la urbe.
3.2 Ferrocarriles
Con el fin del siglo XX se fueron los ferrocarriles de pasajeros, dejando al tiempo las vías abandonadas. Mostramos sus dos caras actuales: la invasión y apropiación de la franja federal por las que corren, como el caso de Naucalpan, y las poéticas y enyerbadas de Nepantla.
3.3 Las nuevas ciudades
Tierra de experimentos urbanísticos, el Estado de México vio surgir Ciudad Satélite y Cuautitlán Izcalli, sus moradores dicen vivir en la Ciudad de México y no en provincia, pues los límites entre una y otra no se perciben con claridad, excepto por las majestuosas Torres de Satélite, obra plástica de Luis Barragán y Mathías Goeritz, de proporciones urbanas y elegancia abstracta propias de 1958, año de su ejecución.
Años después, el término asentamiento humano fue utilizado como eufemismo académico al desorden de la ocupación y construcción de las periferias urbanas. No hubo diseño de ciudades, sino expansión de las ya existentes, lo que fue etiquetado como conurbación y metropolización aderezados con puentes carreteros que dividen los márgenes y desmembran el tejido urbano.
3.4 Plazas
Las plazas mexiquenses son los sitios más humanos y graciosos del paisaje urbano, un cosmos cotidiano que se engalana los domingos.
Las plazas antiguas, al centro de los poblados gozan de cabal salud con fuentes, árboles, kioscos, rodeadas por la iglesia, los portales y el Palacio Municipal. Son los corazones palpitantes de las antiguas ciudades mexiquenses, la escala humana de la convivencia social, espacio público por excelencia.
En contraste, las pocas plazas públicas construidas en el siglo XX carecen de vida, enteramente burocráticas y excesivamente grandes, no tienen escala humana, como la de los Mártires de Toluca o la de Chalco Solidaridad.
3.5 Las calles
El clima benigno del centro de México hace de sus calles un sitio de convivencia, en el Estado de México se come en ellas, y huele a comida todo el día, los puestos son omnipresentes; las angostas banquetas son ocupadas por anafres, frituras, tanques de gas, toldos de plástico, bancas y sillas metálicas. Algunos turistas fotografían el espectáculo, otros lo eluden.
La calle pública es también cosa del pasado siglo XX. En la actualidad éstas son privadas, con acceso restringido sólo a sus moradores. Consecuentemente no es la ciudad la que crece sino la mancha urbana.
3.6 Los Portales
Los portales están entre las imágenes entrañables que se quedan en la memoria vivencial de los transeúntes, desde los académicos de las ciudades con recursos hasta los de madera y viguería de los poblados pequeños. Todos brindan calidad de vida, ofrecen un espacio de transición entre la intemperie y los inmuebles y favorecen relaciones humanas de la mejor calidad.
3.7 Las obras de arquitectura de paisaje
La obra pública tiene gran trascendencia por su alcance popular; sin embrago, los mejores paisajistas contemporáneos han trabajado en el estado en encargos privados como el Club de Golf Malinalco, de Mario Schejtnan; el parque de la fundación Xochitla, de Desireé Martínez, o los jardines de casas particulares de Eliseo Arredondo.
Luis Barragán, primer presidente de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México (SAPM), creo la famosa Cuadra de San Cristóbal dentro de la casa Egerstrom, en el fraccionamiento Los Clubes, de Atizapán de Zaragoza.
Mención aparte merece el Paseo Tollocan de 1973 pues sus 10 kilómetros de sauces llorones, alternados con chopos balsámicos y colas de zorro, fueron un remanso de paz y un ejemplo para otras vialidades de la república. Esta obra civil urbano-paisajística, a cargo de Pedro Ramírez Vázquez y la participación de Carlos Bernal, arquitecto paisajista, estuvo en plenitud con muy poco mantenimiento hasta el 2003.
4. 8 La industria
El Estado de México fue pionero en el asentamiento de industrias y, para tal efecto, se trazaron grandes parques industriales a lo largo de vías de comunicación ferroviarias y carreteras. A todos ellos se les dotó de abundante agua potable proveniente de pozos y permitió eliminar sus aguas servidas a la superficie de ríos, canales y lagos.
Esta industrialización cambió la escala del paisaje urbano, dado que las naves industriales con estructuras metálicas extensas, eran desconocidas en el pasado.
Como corolario, queremos dejar testimonio de los contrastes que se observan a raíz de la rápida urbanización de las tierras agrícolas, de la improvisación de las obras de infraestructura y del descuido de las áreas verdes.
El contraste entre ricos y pobres se retrata involuntariamente y en consecuencia queda manifestado en estas imágenes típicas del Estado de México en la primera década del siglo XXI.
4. PAISAJE HÍBRIDO
Un casi rústico aborto
de unos estériles campos,
que al nacer en ellos yo
los hace más agostados
Sor Juana Inés de la Cruz, “¿Cuándo, Númenes divinos?” (fragmento)
El paisaje del territorio estatal está semiurbanizado en su totalidad al cubrirse de construcciones improvisadas. Los usos rurales se mezclan con la masa gris de los materiales industriales y con abundantes letreros manuscritos y anuncios de trasnacionales. Vacas y borregos recorren calles carentes de orden y tradición. Sofisticados equipos electrónicos se venden en comercios informales, espacios semi construidos, entre hules de colores.
En los últimos 100 años las casas mexiquenses son construcciones pequeñas, su altura se ha reducido a la mitad y los transeúntes se enredan entre lazos y toldos chaparritos amarrados a las varillas de acero de las obras siempre inconclusas.
4.1 ¿Campo o ciudad?
La frontera entre el campo y la ciudad es incierta, está sucia. Se observa entre telarañas de cables y aire gris opaco. El crecimiento no significa desarrollo, ha crecido en números, no en calidad urbana.
La exclusión social se ha vuelto parte de la vida cotidiana en el país. Atrapado por los argumentos de quienes han convertido la estabilidad en arma de uso para defender la situación vigente, el país está perdiendo identidad y hasta sentido humano. (Merino, 2008: 172)
En el siglo XX no existe algo comparable a las obras de salubridad urbana de la época liberal en que se hicieron panteones civiles, avenidas arboladas, alamedas y trazas urbanas racionales y elegantes.
4.2 La gráfica urbana
Tres modalidades de escritura aparecen en el paisaje urbano: graffiti clandestino, letreros pintados en fachadas y cartel autónomo, conocido como espectacular. Todos contribuyen al deterioro de éste como lo evidencian las fotografías.
4.3 Vacíos urbanos
Las pocas plazas públicas del estado creadas en el siglo XX carecen del alma de las plazas coloniales o de las alamedas porfirianas. La plaza de Chalco Solidaridad es un espacio muy grande carente de arquitectura que lo enmarque. La plaza Ángel María Garibay, en Toluca, también demasiado grande, se hizo a costa del sacrificio urbano, pues se obtuvo de la demolición de tres manzanas completas de casonas tradicionales, con patio al centro y esbeltas fachadas.
4.4 El ejido
El ejido es cosa del pasado en el Estado de México, nació y murió en el siglo XX; dejó a su paso un campo fragmentado con construcciones fáciles de hacer, es decir, sin adobes ni tejas. Consecuentemente, la tradición de cuatro siglos ha sido ignorada y despreciada por la ley del menor esfuerzo, si añadimos las antenas de televisión (obsoletas y oxidadas en las azoteas), los tinacos de plástico negro y el cablerío típico del crecimiento improvisado, tenemos la imagen de la pobreza mexiquense, de la tristeza, la aridez y la falta de belleza.
En contraste a este sinuoso desorden, la línea recta aparece con un rosario de casas semejantes en los nuevos conjuntos habitacionales, su construcción en serie es promovida desde las instancias de gobierno, mediante la redacción de normas que facilitan al empresario una ganancia rápida y al comprador una deuda larga. Ésta es una nueva fisonomía para las hectáreas rurales que se urbanizan a lo largo de las carreteras y se pierden de vista en un horizonte de taxis y autobuses que salen entre las milpas y se pierden entre anuncios espectaculares.
4.5 Nueva tipología urbana
Las manzanas tradicionales estaban delimitadas por paramentos construidos, perfilados por banquetas. Los inmuebles daban a la calle, los portones y los balcones eran los referentes tradicionales.
En contraste, la manzana de las nuevas urbanizaciones ha perdido escala humana, carece de inmuebles a la calle; la arquitectura se ha replegado detrás de grandes superficies pavimentadas para estacionamiento de vehículos que brillan bajo el sol, reflejando la aridez de la vida industrializada.
A nivel doméstico ocurre algo similar, las casas tradicionales se construían en torno a un patio rodeado de galerías, pero, a partir de 1950, se compactaron al centro del lote.
Pasear es una costumbre en vías de extinción en los nuevos desarrollos urbanos, las distancias se han alargado, las banquetas son estrechas y los puentes peatonales inalcanzables para los viejos mexiquenses.
BIBLIOGRAFÍA
Bianconi, S., (2006) “De lo bello y sus formas” en Letras Libres, Año VIII, número 86, febrero 2006, p. 94
Bianconi, S., (2007) “Plantas del Altiplano” en Cambio, Estado de México, número. 23. Abril 2007, pp. 28-29
Camacho, M., (2000) Historia Urbana Novohispana del siglo XVI. México, UNAM
Chacalo, A., (1999) Manual de Arboricultura. Guía de estudio para la certificación del Arborista. International Society of Arboriculture, México, UAM Azcapotzalco
Loera M., (2006) Destellos de cinco siglos. Arquitectura e Historia del Estado de México, México, El Colegio Mexiquense, A.C.
Merino, M., (2008). “La ruptura de las izquierdas”. Columna Opinión. El Universal. 23 de julio de 2208.
Niembro, A., (1992) Árboles y Arbustos Útiles de México. Noruega, Limusa
Robles, P., (1996) Diversidad de la Flora Mexicana. México, CEMEX
Rojas, A., (1999) Jardines Naturales: Flora Silvestre del Estado de México. Biblioteca Infantil del Estado de México. México, Instituto Mexiquense de Cultura
Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México, (2006). Encuentro de Espacios /Places and Spaces. México, Topos
Sor Juana Inés de la Cruz, (2007) Obras Completas Colección Sepan Cuantos …, México, Porrúa
UNESCO, (1999) Patrimonio de la Humanidad. Tomo 7, Barsa Planeta
Vizcaíno, A., (1992) Tierra Antigua. Naturaleza del Estado de México. México, Gobierno del Estado de México