publicado en LA HOJA # 44 el 29 enero 2021
Susana Bianconi
La incorporación de una cuarta sección al vasto Bosque de Chapultepec ha erizado la piel de los
arquitectos paisajistas, básicamente porque el proyecto no está en manos de ninguno de nosotros
sino en las de un audaz artista conceptual. Gabriel Orozco no revela quiénes integran su equipo de
trabajo, cosa insólita dada la variedad de disciplinas que deben cooperar para el juicioso desarrollo
del proyecto.
Cuando Diego Rivera pintó el cárcamo de las aguas provenientes del río Lerma, en Chapultepec, lo
hizo con alegría, con fe en la tecnología que hacía posible ese prodigio de pasar el agua de una
cuenca a la otra… sin sospechar que esa proeza de ingeniería civil era el principio del fin del equilibrio
hídrico del Valle de Toluca. Tendremos ahora la posibilidad de contárselo a los pies de su tumba, ya
que el Panteón de Dolores será puesto en valor como parte del Gran Chapultepec, lo que permitirá
realizar recorridos entre las tumbas de los grandes de México ahí enterrados.
Poco antes de morir, Rufino Tamayo condicionó la donación de su obra y la de su gran colección de
arte del siglo XX a que se le construyera un museo en Chapultepec. El genio del arquitecto Teodoro
González de León hizo posible que el inmueble no fuera agresivo, gracias a los taludes verdes que
lo mimetizan con el bosque. Y por ahí, más o menos, viene la postura de Orozco de querer sambutir
un pabellón de arte conceptual donde está el Jardín botánico… ¡Tierra a la vista! Debe haber
pensado al ver tantas plantitas… Se ve que no le importan y que no entiende que desenraizarlas
para trasladarlas a otra locación no es tan fácil como mover piezas artísticas; ni es sensato ni se
justifica habiendo tanto qué hacer en el resto del Bosque.
La cuarta sección, de abrirse en varios puntos a la gente del antiguo pueblo de Santa Fe, será una
dicha para quienes siempre han visto la barda perimetral de las Industrias Militares de la SEDENA y
que ahora tendrán la posibilidad de cruzar por sobre esa gran cicatriz urbana que es Constituyentes
para llegar hasta la colonia Roma en bicicleta. El aire de los tiempos.
Y luego, eriza la piel de los paisajistas, la disparidad de infraestructura verde que existe entre los
municipios mexiquenses que rodean la capital y la propia CDMX. Lo vimos en la película ROMA de
Cuarón, cómo se urbanizó ese patio trasero donde hoy viven 11 millones de habitantes carentes de
espacios públicos. Pasan los años y el contraste no se supera, seguimos divididos entre naturales y
gente de razón. Los cuadros de castas que atesora el Museo de Historia en el Castillo de
Chapultepec, lo ilustran.
La presión popular por visitar las amenidades del Bosque de Chapultepec puede poner en riesgo la
calidad de los servicios ambientales que brindan sus 800 hectáreas. Entonces los mexiquenses
deberemos voltear a ver las 4 mil hectáreas que se habilitarán en el vaso de Texcoco y que al ser
mayormente lacustres devolverán su esencia al valle de la gran Tenochtitlán. ¡Agua a la vista!