TOLUCA ES UN PATIO DE MANIOBRAS
PORQUE ES UN DESATINO CONSTRUIR
ESTACIONAMIENTOS EN EL CENTRO
Susana Bianconi
Publicado por ALFA DIARIO 08/marzo /2018
Crece una estructura metálica en
Pedro Ascencio entre Hidalgo y Nigromante en el centro histórico de Toluca. Los
entrepisos inclinados delatan su uso; se trata de un gran estacionamiento como
los que vemos en los aeropuertos. La ubicación estratégica del predio daba para
más, daba para crear un inmueble con diferentes usos, quizás con los autos
abajo, con comercios y restaurantes a ras de suelo y departamentos mundanos en
los pisos superiores, emulando a los que están en frente, de fino diseño[1].
Este sitio céntrico estuvo ocupado
por varios inmuebles hasta hace un siglo[2],
pasó luego a manos institucionales y las antiguas construcciones fueron
demolidas. Se hizo ahí entonces una plazuela (frente a la Casa de Cultura) pero
duró poco, dado que la mala ejecución de la obra hizo que colapsara la losa cuando
se le colocó encima una escultura metálica de Sebastián. Total, la plazuela fue
demolida y afloró el agujero negro que funcionó por 25 años como
estacionamiento hundido.
Así, como un pergamino antiguo,
raspado y vuelto a usar, como un palimpsesto, así la ciudad de Toluca se ha
redibujado sobre si misma una y mil veces. Cuando afloró esta nueva estructura,
nos hizo ilusionar sobre el renacimiento del sitio. Sin embargo, lejos de
atraer gente y vida al centro, esta árida estructura sólo meterá autos y
cerrará por las noches, volviendo a ser un agujero negro, un sitio vacío, muerto.
Nadie vive en el centro histórico de
Toluca, el centro se ha quedado sin inmuebles habitacionales a fuerza de
cambiar el patrimonio construido por el negocio fácil de estacionamientos
públicos. El que nos ocupa ahora, el predio hundido, pertenecía al DIF estatal, según se dice. Y
aunque la presidenta nacional del DIF se casó en Catedral, a pocas cuadras de
este sitio, no parece haberle importado la suerte de la capital del Estado de
México. Tampoco al anterior gobernador, ni al constructor del estacionamiento
en cuestión, aparentemente del grupo HIGA. Tampoco pareció importarle al
Presidente Municipal de Toluca quien obsequió la licencia de construcción.
Toluca está huérfana, es la ciudad
bastarda del Estado de México. Sin gente que la habite, su centro es un patio
de maniobras. Ni los estudiantes de la UAEM tienen cuartos en renta en el
centro y entonces se la pasan viajando a bordo del peligroso y sucio transporte
público, en lugar de caminar. Si en cada baldío usado como estacionamiento
surgiera un edificio de departamentos, la ciudad se poblaría y sería más segura
y más transitable. Y la gente sería menos obesa, porque la caminata volvería a
ser parte de su diario andar.
Quien hace estacionamientos, o los
manda a hacer, vive en el paradigma del siglo pasado, un siglo que demolió lo
mejor de la ciudad para ensanchar sus calles para que cupieran los autobuses
del Señor Gobernador en turno. Jamás se ha hecho un Metro subterráneo en
Toluca, a pesar de que somos una aglomeración de gente superior a la que habita
Barcelona, por ejemplo, ciudad que tiene 11 líneas subterráneas y que es
caminable.
Las normas de construcción que exigen
cajones de estacionamiento, anteponen el automóvil a la urbanidad. La nueva
norma que al construir obliga a echarse para atrás y estacionar los autos al
frente pasando por encima de las banquetas, es tan primitiva como devastadora
del tejido urbano. Todo Metepec padece ese barbarismo y ahora las panaderías de
Toluca también. Claro, la moda la impusieron las gasolineras, pero ¿porqué hacer
norma los malos modales?
Las banquetas son las únicas que
pueden soportar el arbolado urbano y deben ser ensanchadas, no aplastadas bajo
las llantas de los automóviles. Hacer ciudad es pensar en los ciudadanos. El
transporte individual es propio del agresivo s.XX, ese siglo en el que siguen
viviendo los adoradores de los costosos puentes vehiculares en los que nos
inmolan como peatones.
El centro de Toluca debería recuperar
su alineamiento, sus banquetas, sus tranvías y sobre todo, su gente, que emigró
a la periferia cuando Toluca dejó de ser bella para rendirse ante los estériles
estacionamientos.
[1]
Los departamentos de Pedro Ascencio esquina Nigromante fueron diseñados por el
arquitecto Adolfo Monroy.
[2]
Arquitectour