Susana Bianconi Publicado en CAMBIO del Estado de México·146, julio 2017
En Toluca, nuestra capital, el ancho
de los carriles vehiculares es inconstante. Se hacen grandotes, se hacen chiquitos, pero
por lo general suelen ser excesivamente anchos lo que provoca que entre uno y
otro se filtre un tercer auto o una motocicleta. O bien, el espacio, al ser tan
generoso, no delimita y la sensación de
incertidumbre nos hace zigzaguear.
Por el contrario las banquetas, ésas
sí con constantes, constantemente angostas. Banquetas nada invitantes a ser
recorridas, debido principalmente a la carencia de arbolado urbano, debido al
paso rápido de los autos junto al peatón y también debido a la primitiva nueva
norma (o moda) de estacionar los autos
de punta frente a la fachada, pasando por encima de las banquetas.
En suma, Toluca no se incorpora aún a
la era post-imperio del automóvil. Desde Europa y lentamente, fluye una
corriente que intenta recuperar las ciudades para hacerlas amigables con los
peatones. Este propósito es fácil de alcanzar cuando se dibujan los carriles
vehiculares de un ancho constante: 3.05 metros para el carril de circulación y
2.40 metros para los carriles de estacionamiento, con los autos estacionados en
forma paralela (no transversal) a la guarnición.
Trazando nuevamente las líneas
divisorias se pueden obtener uno de dos resultados: se logran meter más
carriles en el mismo espacio actual o se logran banquetas más anchas con
franjas verdes y arboladas. La primera opción tendrá como consecuencia que haya
más carriles vehiculares pero donde los vehículos circulen más despacio porque el espacio se les habrá
estrechado. La segunda opción mantendrá el mismo número de carriles, hará que
por ellos se circule más lentamente y además logrará brindar banquetas
generosas y arboladas.
Estas adecuaciones viales son poco
costosas, no implican obra pesada, ni afectan la circulación. Se vienen
realizando en diversas ciudades para promover la caminata, como manera
sustentable de movilidad, para hacer ejercicio cotidiano y como espacio
socializante. Brindan seguridad al peatón y le acortan las distancias en el
cruce de las esquinas.
En la foto invernal tomada en La
Plata observamos lo dicho anteriormente. En la ciudad La Plata, diseñada en
1880, se camina porque sus aceras son amplias y sus esquinas son ahora son más
fáciles de cruzar a pie. Conviven en las calles los autos estacionados, con los
autos en circulación y con los peatones seguros.
Recuperar las ciudades para los
ciudadanos es la tarea de los urbanistas contemporáneos. Al auto lo usaremos
para salir de la ciudad, no para andar en ella. El futuro sustentable tiene
mucho de pasado menospreciado. Toluca puede volver a ser bella con la
arborización de sus calles, con la desaparición de los carteles espectaculares
y con el aumento del espacio peatonal. La receta funciona y la belleza regresa
por añadidura.
Pero la puerta de acceso a la ciudad de Toluca desde la Ciudad de México
no debe perder los atributos de los que goza. Esa magnífica bienvenida que nos
brinda el Paseo Tollocan debe preservarse como marca de identidad y autoestima.