MÁS INFRAESTRUCTURA VERDE A ESPACIOS PÚBLICOS
Publicado en la revista Alcaldes de México, Marzo 2015, pag. 24
El
espacio público está hecho bolas. Tratemos de masajear ese nudo periurbano que
sufrimos cotidianamente. Si de nuestro cuello se tratara, el dolor nos llevaría
al médico; pero ¿cómo llevar al terapeuta a una urbe contrahecha, una urbe
tapizada de cruces por los atropellados que cosecha en cada esquina?
O
quizás el médico no sea el adecuado, ya que las vías rápidas y sus incómodos puentes
peatonales son recetados por ingenieros civiles que viajan en camionetas pick
ups de 8 cilindros. ¿Qué les importa a ellos cómo se cruza una calle, cómo se
camina una cuadra que quedó sin banqueta cuando le impusieron una rampa de
puente peatonal?
Hay
una carencia de especialistas en el ámbito del crecimiento urbano. Los
burócratas han dejado en manos de las constructoras el diseño, consecuentemente
se expide la misma receta en todos lados, se pierde el arbolado de los
camellones para ganar un carril para la susodicha camioneta y se entuban los
ríos para nada. Los ingenieros y los contadores públicos son consecuentemente
quienes deciden cómo vivimos en el árido espacio público.
La
Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México sostendrá en noviembre de este
año un Congreso con el tema “Infraestructura Verde en las Megalópolis”.
Es
de todos sabido que una ciudad que se puede recorrer siguiendo un collar de
esmeraldas (el término lo acuñó en Boston Frederick Law Olmstead en el siglo
XIX), tendrá gente mejor, más relajada, más creativa y amigable.
Me
detengo en el collar de esmeraldas. Se trata de que los recorridos de un barrio
a otro de la ciudad se puedan hacer a través de camellones arbolados, a pie, en
bici o en auto. Es en el andar cotidiano donde se necesita la infraestructura
verde, nos sólo en los parques. Es la calle la que debe convertirse en un
paseo, no en una odisea. La calle debe recuperar para el peatón área arbolada,
senderos seguros, sombreados, floridos y relajantes.
Para
tal efecto, el ancho de los carriles vehiculares debe reducirse lo más posible
para disminuir la velocidad sin necesidad de topes. Las franjas ganadas a los
vehículos deben destinarse a ensanchar banquetas o bien a la circulación de las
bicicletas.
La
ciudad del peatón no es la misma ciudad del conductor. Es
lamentable que se hayan construido tantos conjuntos urbanos alejados de los
centros históricos y de los centros de trabajo en lugar de densificar lo no
consolidado, en lugar de construir en altura, en lugar, en fin, de hacer
ciudad. La dispersión habitacional del sexenio pasado ha bajado la calidad de
vida de las parejas jóvenes sujetas de crédito. Ellas han tirado a la basura
sus ilusiones y su capital al verse obligadas a adquirir autos y vivir viajando
enajenadas.
El
espacio público que recorren (que todos recorremos) es de concreto armado.
Hemos hecho un búnquer, no una ciudad. Hemos tapizado el territorio de autos en
lugar de hacer metros subterráneos. Hemos extendido la mancha urbana hasta
cotas antiestéticas y socialmente discriminatorias, que sólo se pueden paliar
mediante los teleféricos.
Remediar
no es diseñar, es mucho más difícil. Remediar nuestro malogrado espacio público
pasa por devolver su lugar al peatón, al transeúnte. Luego a las bicis y luego
lo motorizado.
- · Remediar el espacio público pasa por la contratación de arboristas certificados para la plantación y el mantenimiento del arbolado urbano
- · Pasa por la contratación de arquitectos paisajistas para las decisiones viales y urbanas
- · Pasa por la humanización de la escala, por volver caminables las distancias entre las distintas actividades
- · Pasa por la adquisición de reserva territorial para nuevas plazas públicas clásicas
- · Pasa por volver a los usos de suelo mixtos, donde las vivencias se mezclen y traslapen, garantizando vida en las calles a todas horas
Para
eso, hay que cambiar los reglamentos de construcción que exigen cajones de
estacionamiento en lugar de transporte público (es fácil ser autoridad y
orillar al ciudadano al abismo de tener comprar un auto, éso sólo satisface
satisface las necesidades de las constructoras y de las agencias de autos). Hay
que sentarse a redactar los reglamentos de las leyes pensando en el ciudadano,
en el hombre de a pie. Hay que dejar de repartir cemento desde las curules del
Estado de México. Hay que profesionalizar el servicio público relativo a lo
urbano, así como está profesionalizada la Secretaría de Salud. Hay que usar una
misma y buena calidad de mobiliario público y luminarias peatonales en todas
las colonias, sean ricas, medias o bajas.
Hay
que distribuir lo recaudado con los prediales en forma homogénea y dejar de
remodelar el treintaiúnico kiosco de la treintaúnica plaza pública. Todas las
calles deben volver a ser el escenario digno y humano del espacio público. Es
lo más democrático.