EL PATITO FEO Publicado en Cambio del Estado de México, No 97 pag. 32
Alejandro Casona dijo que los árboles mueren de pie. En este
valle del altiplano mexicano los árboles urbanos nunca acaban de morir, viven
una agonía crónica y su aspecto es lastimero. A nadie le importan. Nadie los
planta. Nadie los protege con tutores. Nadie los sustituye cuando se hacen
viejos, nadie los tiene inventariados. Pero eso sí, todos les meten mano: los
desmochan por el placer de capar, los podan en primavera para hacerles más daño
que beneficio, los pintan de blanco para que parezcan postes, les cubren las
raíces con cemento y a algunos los recortan en forma de paleta infantil.
En la era del medio ambiente nuestros árboles urbanos
agonizan.
Preguntémonos entonces cuál es la raíz del problema. ¿Hay
alguna instancia a cargo? Veamos. El arbolado de las calles está al cuidado
municipal; el de las avenidas estatales
a cargo de la Junta de Caminos y algunas grandes autopistas son federales. Cada
municipio en este Estado cuenta con al menos un vivero Municipal pero ¿quién se
ocupa del arbolado urbano? ¿Quién debe plantar nuevos ejemplares donde alguno
no prosperó o fue agredido? ¿Quién debe retirar los troncos de árboles muertos
que siguen en pie como cadáveres zombies? ¿Quién selecciona la especie y quién
la reproduce?
Quise comprar cinco Árboles de las Manitas. No los conseguí,
no existen más. Nadie los comercializa ni los reproduce. Ni siquiera la
Facultad de Ciencias Agrícolas. El equipo que lo hacía ya no está interesado en
el tema, tampoco ha hecho escuela al no preparar personal interesado en hacerlo
ni ha publicado el ABC de la técnica de reproducción. Los últimos ejemplares salidos
de la institución universitaria fueron destinados al H. Ayuntamiento de Toluca
y plantados en el andador Constitución del centro de Toluca y, a cinco años, el
único y espléndido árbol que ahora sobrevive ha sido desmochado, lo que
desvirtuará su estructura leñosa y desdibujará su estampa, amén de retardar su
florecimiento.
El Árbol de las Manitas estudiado hace 200 años por el barón
von Humboldt en Toluca, podría ser un regio árbol urbano: es de hoja ancha,
caducifolio, esbelto y de sombra generosa. Pero hay muchos otros más: fresnos,
sicomoros, magnolias, sauces, liquidambars, álamos, ailes, truenos, capulines,
colorines, encinos y un largo etcétera. Con cualquiera de ellos se podría
forestar el derecho de vía del Paseo Tollocan, que es invadido día con día
igual que el Paseo Matlatzincas. Con
cualquiera de ellos se podría dar unidad al caótico paisaje urbano tapizado de
anuncios comerciales. Los árboles plantados con orden, apareados a cada lado de
una calzada, transforman la pobreza en digna avenida, cubren la fealdad con
belleza y la aridez se vuelve verdor alegre y sano.
Plantar consistentemente, rítmicamente nuestros árboles es
una forma sana de hacer ciudad. El primer valor añadido es el incremento del precio
de la tierra, el paisaje arbolado siempre es mejor cotizado que el encementado,
como encementado está el entorno donde se asienta la Junta de Caminos, allá
donde las banquetas no tienen cajetes para los árboles, donde la desolación la
sopla el viento en la cara de la delegación Santa Cruz Aztcapotzaltongo, camino
castigado por el dios Ehécatl que conduce nada menos que al eterno sitio
arqueológico de Calixtlahuaca.
He preguntado y no he obtenido respuesta: ¿quién se ocupa del
arbolado urbano? ¿Cómo se llama el arborista certificado encargado de la
plantación y del mantenimiento del arbolado de vías de acceso y avenidas de
este valle? ¿Son nuestros árboles urbanos el patito feo de la ciudad? Llegaron las lluvias, no perdamos el año
entero sin plantar en los camellones y en las banquetas. ¿Y el árbol de las
Manitas?...