viernes, 29 de octubre de 2010

in memorian Arq. Adolfo Monroy Cárdenas


DATOS SOBRE TOLUCA
Publicado en CAMBIO de diciembre 2006

Toda ciudad se va haciendo de a poco. Atípicamente, Toluca se ha hecho pero también se ha deshecho a lo largo de su historia. Al entrar a la ciudad no vamos entrando al pasado, como debería de ser si el centro hubiera conservado su obra antigua y los suburbios los períodos posteriores. Los saltos de una época a otra crean gran caos en el visitante que no comprende la ensalada de estilos y las incongruencias contemporáneas embutidas en un tejido tradicional. Las calles no guardan un alineamiento constante debido a que conforme se consumaban las demoliciones de las casonas toluqueñas, las autoridades otorgaban alineamientos arremetidos de la línea original; lo que ocasiona que calles como la céntrica Hidalgo parezcan una dentadura dispareja cuyo resultado es una sonrisa impresentable.
Esas autoridades que alteraban la línea de desplante de los inmuebles debían incubar la esperanza de que todas las propiedades de “Toluca la Bella” fueran demolidas, para así ensanchar el arroyo de las calles. ¡Oh, Dios todopoderoso: Auto, Autobús y Espíritu Taxi!.


Todo esto viene a cuento porque acaba de morir el arquitecto Adolfo Monroy Cárdenas y con él se va una época peculiar. La ciudad de Toluca tiene muchos inmuebles diseñados y construidos por él, edificios que todos conocemos y que son parte de la ciudad desde los años 60. Era oriundo de Atlacomulco y cuando se instaló en Toluca, la ciudad era bonita, provinciana y armónica, ciudad que sólo conocemos a través de fotos en blanco y negro que empezó a cambiar radicalmente cuando se desarrolla el corredor industrial y la gente de todo el país comienza a llegar atraída por la oferta de empleos.


Adolfo Monroy Cárdenas construyó mucho y como pocos. Hizo el arremetido banco Santander-Serfín en la calle de Independencia (antes conocido como Banco Agrícola y Ganadero) a unos pasos de la Casa de las Diligencias. Ignoro qué inmuebles fueron sacrificados para la creación de este audaz espacio que libra un claro de 30 metros sin apoyos intermedios.


Fue también autor del Club Toluca y de su conocido Salón Rojo. A pesar de ubicarse en una gran esquina del entonces flamante Paseo Tollocan, el Club Toluca no tiene fachadas. El arquitecto mandó los estacionamientos hacia las avenidas privando a la ciudad de la arquitectura.


De su terminal de autobuses en Avenida Juárez sólo sobrevive un mosaico en la fachada de planta alta. Ese predio que hoy ocupa la Grand Plaza Toluca tiene una larga historia de demoliciones: fue, decíamos, terminal de autobuses, antes fue cárcel y antes aún, ruedo de toros. Pero volviendo al arquitecto, su vida le alcanzó para ver cómo su propia obra era demolida, siguiendo una tradición nativa: la de construir sobre los despojos. No podemos asirnos a la tradición prehispánica de construir en el mismo sitio cada 52 años, porque los pueblos originales de México no demolían lo antiguo sino que lo “englobaban” con una obra nueva. Más bien se trata de un complejo de conquistador español lo que lleva a los toluqueños a demoler lo que encuentran y a montarse en su corcel temporalmente hasta que otro conquistador los tumbe de la silla y les demuela su obra.


Como hombre de su tiempo, el arquitecto Adolfo Monroy Cárdenas construyó cascarones de concreto. Así hizo el laboratorio de la Facultad de Ingeniería en nuestra Ciudad Universitaria y la parroquia de la Divina Providencia en González y Pichardo. Ambas obras están aún en pie. Muchas casas habitación en Paseo Colón son obra suya, así como otras en Hidalgo, Carmen Serdán, 1ero de Mayo y Sor Juana. También es suya la elegante Industrial Harinera Mexicana de Lerdo Ote. Hizo y deshizo como pocos. Toluca cambiaba, crecía, se modernizaba. Su estilo iba de acuerdo a los aires internacionalistas que surgieron en la posguerra europea.


México también crecía, se industrializaba y formaba generaciones de nuevos arquitectos confiados en sí mismos y en su buena fortuna. A Adolfo Monroy Cárdenas le tocó fundar el Colegio de Arquitectos del Estado de México y la Escuela de Arquitectura de la UAEM, ambas en 1964. Era un pionero en una época de cambios rápidos y de consolidación del país a nivel internacional.


Con él se va esta época de empuje, irreverente del pasado y firme en las convicciones del partido todopoderoso, de las relaciones familiares de peso, de las filiaciones corporativas.
Ahora la facultad de Arquitectura de la UAEM es sólo una de las muchas escuela de arquitectura que han surgido al amparo de negocios privados. La filiación al Colegio de Arquitectos es actualmente voluntaria, y el gremio no crece. La ciudad de Toluca, asfixiada por el subempleo, por el transporte público (en manos privadas) primitivo y por el abandono de su centro derruido, tocó fondo y acaso con la reciente supresión del Mercado Juárez renazca de sus cenizas. Ya no veremos la respetable figura del arquitecto Monroy por sus calles, pero quienes lo conocimos y respetamos aprendimos de sus errores y de sus aciertos.

domingo, 24 de octubre de 2010

CONSTRUIR EN MADERA


Construcción en madera, material no contaminante e impulsor de la industria forestal mexicana.
Publicado en la revista Valor Universitario como "Casas de Madera... para conservar el ambiente"

Año2 No 13 Octubre 2010



Mtra. en Arq. Susana Bianconi



Existe un exceso de cemento en la construcción mexicana. Dos son las razones: oferta oportuna y constante del material en sacos de 50 kg e impulso oficial a la industria cementera mexicana.
El cemento, sin embargo, es altamente contaminante tanto durante su manufactura en planta como en su mezclado y vaciado en obra. Tiene otro agravante: requiere de cimbrado, el que se realiza en nuestro medio con madera. Esta madera, en contacto con la mezcla húmeda del concreto hecho con cemento, se arruina y se desecha; es decir el material contaminante acaba con el material noble que le da forma.


Al mismo tiempo el programa federal Piso firme promueve la colocación de pisos de cemento en el campo y lleva a Calderón como promotor del negocio de la familia Zambrano, dueña de CEMEX y de desarrollos inmobiliarios construidos enteramente en concreto armado. Estos monolitos artificiales de miles de casas habitación en medio de tierra baldía sin urbanizar, dan baja calidad de vida al interior y nulo confort térmico y acústico a sus moradores.

Por otro lado, la producción forestal mexicana ha venido a la baja y en cambio, la importación de madera viene en aumento. La madera es un material de construcción adecuado en zonas sísmicas, es un material ambientalmente amigable, ya que provee de oxígeno y absorbe bióxido de carbono mientras se fabrica. Los países que construyen en madera son al mismo tiempo los que hacen un mejor manejo de sus bosques y no padecen la tala clandestina.

La Unión Europea ha legislado en contra de la adquisición de madera de bajo costo y dudoso origen para no ser parte de la deforestación en países emergentes.
México sufre tala clandestina, perpetrada por bandas armadas y equipadas con motosierras, camiones de carga y redes de distribución que blanquean el robo de madera, facturando ante la Secretaría de Hacienda. Las comunidades afectadas no reforestan, en lugar de eso, se unen a las bandas o se van a los Estados Unidos. A esto sigue la erosión del suelo.


La academia tiene la obligación ética de incentivar la valoración de la arquitectura vernácula local, para contrarrestar el imperio contaminante del cemento Portland y para rescatar al campo del abandono contemporáneo. La enseñanza de estructuras en madera, (aparejada a la enseñanza de estructuras industrializadas) abrirá los ojos de las nuevas generaciones que aprenderán a usar este material renovable no contaminante y, al diseñar y construir en madera, apoyarán directamente una industria importante y ambientalmente sana: la silvicultura.



Es de capital importancia rescatar del abandono al campo mexiquense y devolverle su cualidad boscosa, misma que perdió cuando debido al reparto agrario, grandes empresas de capital inglés talaron vastas extensiones, antes de abandonar el territorio al cambio de uso agrícola.
Las cosechas de madera no son anuales, se dan cada 8 y 20 años, la primera en forma de morillos, misma que sirve para clarear la densidad de la plantación boscosa; y la segunda en forma de troncos maderables por metro cúbico. Los árboles jóvenes, a través del proceso de fotosíntesis, transforman el bióxido de carbono en madera. La madera es carbón atrapado, que se libera nuevamente si se quema o biodegrada. Si en cambio, la madera es usada en forma duradera, en estructuras arquitectónicas, en pisos, muebles y cancelería, el carbono sigue atrapado en ellos y podemos gozar de sus propiedades aislantes, estéticas, tradicionales y confortables.


Al llegar la época de tala legal (oficialmente conocida como aprovechamiento sustentable), el campesino obtiene un buen capital para mejorar su propia vivienda y para adquirir satisfactores contemporáneos. Cabe añadir que no es prudente alentar el monocultivo forestal, sino la variedad de especies, dado que México tiene gran diversidad biológica y topografía accidentada, lo que vuelve recomendable la plantación de parcelas de pocas hectáreas de extensión cada una con una variedad diferente. En nuestro territorio estatal podemos pensar en pino, ciprés, capulín, fresno, abeto, encino, aile. Cada madera tiene su peculiaridad, su dureza y su “vocación” natural. Las fechas de corte variarán también y esto hará que no queden grandes extensiones taladas a la vez, sino alternadas.
La promoción de la arquitectura en madera asociada al aprovechamiento racional de los bosques, es una alternativa de diseño sustentable. A la vez, la arquitectura en madera tiene mayor valor estético, mejor comportamiento aislante que el concreto armado y mayor rapidez de ejecución[1] .

Todos los entrepisos y techos de la arquitectura colonial novohispana (excepto las cúpulas y bóvedas) fueron construidos en madera. Terrados de gran valor aislante y techumbres de viguería se construyeron en palacios, en trojes, en haciendas y en casas solariegas. En Pátzcuaro la madera se pintó de rojo. En el Estado de México se usaron también columnas de madera sobre bases de piedra; particularmente hermosas son las de forma octogonal de Valle de Bravo.

Sumemos otra ventaja: a diferencia de la construcción en concreto y cemento, la construcción en madera no gasta agua en obra, es una construcción seca. Por todo lo anterior, tenemos que la construcción en madera es, para México, una postura ética y ecológica que puede alentarse desde la academia, a partir de la enseñanza de la tecnología de las estructuras en madera y de las ventajas ambientales que la industria forestal trae aparejadas.

[1] No se requiere esperar al fraguado de la mezcla, sino que, con menos madera de la que se requiere para cimbrar, se obtienen perdurables y agradables entrepisos y cubiertas estables.